Avignon Université – Laboratoire ICTT

El Triángulo Azul

PERSONAJES:

En Colonia (R.F.A.) en 1965:

PAUL RICKEN

En el Lager de 1940 al 45:

TONI

PACO

LA BEGÚN

JACINTO

OANA

BRETTMEIER

MÚSICOS 1

MÚSICO 2

MÚSICO 3

En la revista musical en 1942:

PRESO 1

PRESO 2

PRESO 3

PRESO 4

PRESO 5

PRESO 6

MÚSICOS 1, 2 y 3

Lugares y tiempos

CASA RICKEN, Colonia año 1965

ESCENARIO EN EL CINE DE LOS SS DE MAUTHAUSEN año 1942

CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE MAUTHAUSEN años 1940/45

Casa de Paul Ricken, Colonia, junio 1965:

RICKEN es un hombre roto, acabado. Aparenta mucha más edad de la que tiene. En la radio suena la suite No. 1 en Sol Mayor para violonchelo de J. S. Bach. Ricken escucha, no sabemos si con placer o con angustia, después se dirige al magnetófono, coge el micrófono, aprieta el botón y habla:

Bach, Schumann, Beethoven, Brahms… Webern… siempre he creído que el arte nos acerca a Dios, que nos convierte en mejores personas, que nos eleva a la condición de santos y nos aleja de las bestias.

Siempre consideré que el hombre es capaz de grandes cosas. Siempre estuve convencido de que el hombre es un ser sublime, un ser habitado por la fuerza y el espíritu, capaz de la mayor comprensión, de generar la mayor belleza, de la mayor bondad. Capaz de tocar la gloria con la punta de los dedos, de realizar actos buenos y hermosos, capaz de lo mejor.

La belleza de un Botticelli, de un Rafael; la profundidad de un Holbein, la explosión de los sentidos en un Veronés, la maravilla de un Brueghel, un Caravaggio, un Rubens, un Velázquez, un Rembrandt, un Delacroix…

Mi favorito, sin duda, siempre ha sido el retrato de Goethe de Tischbein. Goethe tocado con un sombrero que parece una aureola negra, cubierto con una túnica blanca y casi flotando, levemente, sin peso, más un santo que un poeta. Nuestro santo. El mayor santo alemán.

(Silencio)

Sé que no soy una mala persona. De mi padre, hombre recto, bueno y sabio, recibí en herencia el amor por la pintura, por los libros, por el idioma alemán. Mi madre me enseño a amar la música y a hacer el bien sin esperar nada a cambio y de ambos heredé un profundo e ilimitado amor por mi patria. Alemania y su paisaje, su historia, sus valles, sus ríos, la cuna de la filosofía, hogar de la música y el pensamiento, donde la libertad, la cultura y la tolerancia no conocían límites. Mi hermosa y amada Alemania, tan injustamente tratada, tan vapuleada, tan pisoteada, tan frágil y tan hambrienta.

Ver a sus gentes pasando necesidad, frío, hambre y miseria… sus campos arrasados, los niños, hambrientos, llenos de mocos y descalzos, las madres retorciendo las manos sin tener nada que darles de comer, sin poder conseguir combustible, sujetando las manitas ateridas y limpiando lágrimas y humillación con el pico del mandil.

Por eso, como Fausto, tuve tratos con el diablo. Dos ángeles contrarios se disputaron mi alma… y mi alma se rompió.

(Gran Pausa, escucha la suite de Bach)

Ingresé en el Partido en 1932, convencido de que se trataba del único camino, el único modo de recuperar la dignidad y la esperanza. Convencido de que sólo así se salvarían del sufrimiento esos hombres humillados, esos ancianos arrugados y consumidos por el frío y el hambre, esas madres desesperadas, esos niños sucios de llanto y mocos, con la mirada dolorosamente triste, viejos en sus pocos años, niños famélicos con la mirada perdida que me atormentaban y me dolían en lo más profundo.

Sacrifiqué mi moral en beneficio del bien común. Sacrifiqué mis ideas, mi integridad, mi pureza. Sacrifiqué todo lo que de bueno y noble había en mí. Sé, ahora lo sé, que nada me disculpa, que mi sacrificio nunca será entendido, que vosotros, queridos hijos, a los que he procurado alejar del horror y la barbarie, jamás comprenderéis como vuestro padre, vuestro amoroso padre, pudo participar en esa orgía de sangre. Veo vuestro asombro ante las fotografías que tomé durante seis años, ante los montones de cadáveres, las cuencas vacías, los rostros crispados, los ahorcados, los ahogados, los electrocutados, los despedazados por los perros… Y en vuestros ojos se lee una angustiosa y única pregunta: ¿por qué? ¿Por qué?

No soy un hombre de acción, tan sólo soy un pobre profesor, un humilde maestro amante del arte y la literatura, entregado a la docencia, a la transmisión del conocimiento y a la educación de los jóvenes. No soy un hombre de acción… Tampoco un fanático, y había que serlo mucho para poder cambiar las cosas.

Queridos hijos, mis queridos hijos. Por qué, continúo leyendo en vuestros ojos. Y la respuesta no es sencilla. La respuesta abrasa la boca. La respuesta es Alemania. Alemania sí, pero también, como Goethe, como Fausto, quise volverme santo, quise ser mártir y redimirme por la culpa. Fui pecador para que vosotros pudierais continuar siendo inocentes, me hice culpable por los demás, redimí mi pasividad, mi inútil intelectualismo, mi falta de coraje y me sacrifiqué convirtiéndome en culpable. Tuve que hacer un terrible esfuerzo, es cierto, pero dicen que los ángeles premian a los que se esfuerzan tanto…

Ricken se queda en silencio, la cabeza perdida, vagando por el Danubio…

En 1935 ingresé en las SS y el 1 de septiembre de 1939 fui asignado al Campo de Concentración de Mauthausen, en Austria, junto al Danubio. En aquellos tiempos yo derrochaba sentido del humor y aun carecía del suficiente fanatismo… pero todo eso fue antes, cuando todavía no había sido asignado al servicio de identificación fotográfica, casi un año antes de la llegada al campo del primer convoy de españoles…

De entre las brumas de la memoria de Ricken emergen tres músicos gitanos tocando un pasodoble. Seis fantasmas polvorientos y flacos aparecen cargados de bultos, macutos, maletas… algunos visten un roído uniforme francés, otros abrigo, terno y sombrero, alguno calza alpargatas… En alguna parte aparece y se ilumina un precario escenario fabricado con material de deshecho, el telón del foro representa toscamente el interior de un tren. Los espectros se hacinan, duermen, traquetean, acunan a sus hijos, cagan, agonizan en el interior del vagón. En determinado momento, muy sonrientes, bailan y cantan el pasodoble, cuyo ritmo recuerda inequívocamente el sonido del tren.

Hasta ese momento, Mauthausen solamente había albergado especímenes de la peor calaña: asesinos, violadores, pederastas, gangsters, ladrones, estafadores… aquellos hombres portaban el infierno allá a donde iban, no conocían más lenguaje que el de el engaño, la zafiedad y el asesinato; sus crímenes espantaban, repugnaban al más bragado. Eran la viva imagen del mal y no debían salir del Campo jamás.

Pero todo cambió con la llegada de aquel primer contingente de españoles. En la madrugada del 6 de agosto de 1940, un convoy repleto de cadáveres vivos, cadáveres muertos y heces, hacía su entrada en la estación de Mauthausen. A este siguió otro, y otro más, y tantos otros…

En el escenario el tren se detiene y los deportados bajan entre ladridos y gritos. Por los altavoces del Lager se escucha el “Adiós a la vida” de Tosca.

RICKEN:

Más de 7.000 españoles, de esos que huyeron del fascista Franco, descendieron de los vagones. Entre ellos había familias enteras, mutilados, enfermos, artesanos, soldados, artistas, niños, abogados, profesores, deportistas, más niños, bailarines, fotógrafos, mineros, contables, catedráticos, un negro de Barcelona, más niños… ¿qué mal podían haber hecho aquellos niños? El Reich ofreció estos españoles al jefe del estado Franco, el caudillo español. Pero él no los quiso. “Hagan ustedes con ellos lo que quieran”, nos dijo. Dos de cada tres se quedaron para siempre. Nadie los quería. No podíamos asentarlos en ninguna parte. ¿Qué se suponía que debíamos hacer?

La orquesta gitana se arranca con el “Adiós a la vida” a su manera, zíngara y alegre.

Escenario: canción del triángulo azul

PRESO 1:

Señores de la orquesta, atención: les ruego que me toquen… otra canción.

Pasodoble de “El Triángulo azul”

Triángulos de colores

para niños y mayores.

Los rojos son los políticos

y amarillos los semíticos.

Verdes para delincuentes,

que todos son prominentes.

Y para los mariposa

triangulitos color rosa.

Los gitanos de marrón,

morados por religión,

los negros para asociales,

para putas y anormales.

Yo, que soy republicano

quiero un triángulo encarnado.

Yo, como soy mariquita,

y eso nadie me lo quita,

quiero un triángulo rosita.

Zoy de la raza calé

y marrón tengo que zé.

No señor, que azul será

el color que lucirá

esta tropa de españoles,

y otro color no enarboles

pues que España te ha expatriado

y solito te has quedado.

De los sin patria el color

es el que cuadra mejor.

Azul como el cielo azul

es el triángulo de spanier,

azul como el cielo azul

es el triángulo de España.

RICKEN:

Azul, el color de los apátridas. Sobre el triángulo la S de spanier, rotspanier, español rojo marcado con el triángulo azul de los que nadie quería, a los que todos abandonaron. La única nacionalidad que no tuvo hogar al que regresar tras la liberación del campo… Después de los españoles llegaron los holandeses, los checos, los rusos, los judíos de más de media Europa… Ya no se trataba de criminales si no de personas como vosotros, como yo, como cualquiera. También de niños pequeños y de ancianos. ¿Qué mal habían hecho? ¿Por qué se les condenaba al infierno? Jamás obtuve respuesta a esa pregunta. Pero había ofrecido mi alma y mi culpa al diablo. Dicen que los cobardes se prueban en el frente de batalla y yo, pasivo y buena persona, me probé en el Lager. Como Macbeth, había recorrido ya tanto camino en aquel río de sangre que tanto me daba retroceder como seguir avanzando.

LOS PRESOS EN EL ESCENARIO TERMINAN SU CANCIÓN:

Azul como el cielo azul

es el triángulo de spanier,

azul como el cielo azul

es el triángulo de España.

Chimpón

RICKEN:

Pude incorporarme entonces al Servicio de Identificación Fotográfica. Mi conocimiento de la materia y mi formación en Historia del Arte, me permitieron dirigir el mismo. Tras las pruebas pertinentes, un preso español fue seleccionado por su oficio, el de fotógrafo, para ayudarme en el laboratorio. Era muy serio, grande y triste. Se llamaba Toni. Todo cuanto sucediese en el Campo debía de ser fotografiado, revelado y clasificado: retratos de presos, de SS, celebraciones, suicidios, ejecuciones, visitas, instalaciones, desinfecciones, propaganda… El horror era ingente, por lo tanto, el trabajo también. Fue necesaria la incorporación de otro ayudante al laboratorio: Paco, fotógrafo español, alegre, menudo y vivaz.

Campo de concentración de Mauthausen. Diciembre de 1941.

LABORATORIO FOTOGRÁFICO

TONI: Te cuento: esta puerta da a un cuarto oscuro para el revelado, que comunica con otro cuarto también para revelar. Ambos tienen un aseo y un baño. Esta puerta es la del almacén. Aquí se guarda de todo, los negativos, el papel fotográfico, los líquidos, de todo…Al final, el cuartucho del fondo, sirve para el esmaltado de positivos y trabajos así…Sí, esta puerta es el despacho de Ricken, que ocupan también otros SS.

PACO: ¿Has entrado?

TONI: Algunas veces.

PACO: Qué confianzas. Vivís bien aquí. Y el guardia de fuera, ¿entra alguna vez?

TONI: Casi nunca .

PACO: Esto es el paraíso, camarada.

TONI: Yo no diría que esto es el paraíso.

PACO: Mejor que en la cantera sí se está.

TONI: Tú no has estado en la cantera.

PACO: Y tú tampoco.

Silencio

PACO: ¿Por qué has querido que viniera?

TONI: Hay mucho trabajo. No damos abasto. En los últimos tiempos llegan muchísimos prisioneros. Miles de fotos, de revelados, de listados, de archivos…

PACO: ¿Y qué se supone que tengo que hacer yo?

TONI: Clasificar los negativos, registrarlos en cuadernos y archivarlos.

PACO: Apasionante. Me voy a divertir.

TONI: Si no te gusta, puedes coger la puerta y marcharte.

Se oyen gritos desgarradores. Después, silencio.

PACO: ¿Qué fotografía Ricken?

TONI: Deberías ponerte a trabajar. En esas cajas hay miles de negativos. Son meses de trabajo acumulado. Están guardados con cierto orden, pero ahora exigen que cada carrete tenga una descripción pormenorizada de las imágenes que guarda, una por una, consignando también la fecha. Alguien va a querer ver, por ejemplo, lo que ocurrió en el lager el 27 de Abril del 41, y se lo tenemos que proporcionar al instante. Ese es tu trabajo. En apenas unos minutos, tienes que sacar la tira en la que se ve a Himmler pasear por la cantera. En unos minutos. Y es mejor no hacerles esperar. Te vas a cansar de ver lo que fotografía Ricken.

PACO: Delicias de Austria, como si lo viera. Paisajes, enamorados, puestas de sol, el Danubio…¿Y cuál es tu trabajo?

TONI: Revelar los negativos y hacer…cinco copias en papel.

PACO: ¿Que van…?

TONI: No sé dónde van. Se las llevan, pero no sé dónde, ni qué hacen con ellas.

(De nuevo gritos desgarradores. Toni, aun siendo más antiguo en el lugar, no parece acostumbrarse.)

PACO: ¿Esto está siempre así de animado?

Escenario:

Sueño de la Muerte

Preso 4 : Treinta y cinco maneras de morir en Mauthausen.

Preso 1: En esto entró una que parecía mujer, muy galana. Un ojo abierto y otro cerrado, vestida y desnuda de todos los colores; por un lado era moza y por el otro era vieja; unas veces venía despacio y otras deprisa; parecía que estaba lejos y estaba cerca, y cuando pensé que empezaba a entrar estaba ya a mi cabecera. ¿Quién eres?

Preso 3 (ataviado como la muerte, muy galana, con peluca, liguero y gorra de las SS):

La Muerte.

Preso 1: ¿La Muerte?¿Pues a qué vienes?

Preso 3: Por ti .

Preso 1: Jesús mil veces! Según eso, me muero.

Preso 3: No te mueras. Vivo has de venir conmigo a hacer una visita a los difuntos, que pues han venido tantos muertos a los vivos, razón será que vaya un vivo a los muertos y que los muertos sean oídos. Venga, ven conmigo.

Preso 1: ¿No me dejarás vestir?

Preso 3: No es menester, que conmigo nadie va vestido.

Preso 1: Pero yo no veo señas de la muerte por ninguna parte, porque a ella nos la pintan unos huesos descarnados con su guadaña.

Preso 3: Eso no es la muerte, sino los muertos o, mejor, lo que queda de los vivos. La muerte no la conocéis, y sois vosotros mismos vuestra muerte, tiene la cara de cada uno de vosotros y todos sois muertes de vosotros mismos; la calavera es el muerto y la cara es la muerte y lo que llamáis morir es acabar de morir y lo que llamáis vivir es morir viviendo. En este lugar hay tantas muertes como personas. ¿Qué miras?

Preso 1: Miro el Infierno, y me parece que lo he visto otras veces.

Preso 3: Este es el Infierno, en él vives y en él están las muchas muertes. Está la muerte de frío, la muerte de hambre, la muerte de miedo, la muerte de sed, la del palo, la del ahogado, la del ahorcado, la del electrocutado, degollado, desangrado, aplastado, gaseado, desmembrado, fusilado, despeñado,…

Preso 2: Axfisiado en el camión, quemado vivo, troceado a hachazos,…

Preso 4: Despedazado por los perros, víctima de experimentos médicos,…

Preso 2: Por inyección letal en el corazón, por enfermedad, a latigazos, por suicidio real o inducido,…

Preso 4: …tiro en la nuca, envenenado,…

Preso 2: … decapitado, extenuado, acuchillado, apedreado, estrangulado,…

Preso 4: …sepultado, pateado, trepanado y reventado, en total treinta y cinco.

Preso 1: ¿Nos dio Dios una vida sola y tantas muertes?; ¿de una manera se nace y de tantas se muere? Si yo vuelvo al mundo, procuraré empezar a vivir.

Preso 3: ¡Muertos, muertos, muertos! ¿Volver al mundo? De aquí sólo se sale convertido en humo y por la chimenea.

De algún lugar del cerebro de Ricken, surge el sonido de un violonchelo. LA MUERTE interpreta la suite n 1 en Sol Mayor de Bach con el esqueleto Balbino entre las piernas a modo de instrumento. Ricken corrige la postura de LA MUERTE y fotografía la escena con su Leica.

EN PROSTÍBULO, Enero 1942. Martin Brettmeier y una prostituta, Oana.

BRETTMEIER: Dicen que tengo sangre gitana. No me lo dicen a la cara. Pero sé que lo dicen. ¿Tú crees que tú y yo podemos tener la misma sangre?

OANA: No.

BRETTMEIER: Me hubiera gustado que hubieras dicho que sí. Así, te hubiera matado aquí mismo y hoy al menos habría pasado algo. Hay días muy tontos en Mauthausen.

OANA: ¿Hoy es un día tonto?

BRETTMEIER: Sí, porque está quieto, no pasa nada, no hace viento, no llueve, no nieva, nada, todo quieto. Hoy no ha llegado ningún tren.

OANA: Llegarán mañana, o pasado mañana.

BRETTMEIER: Pero hoy es un día tonto. Los días que no llegan trenes son días muy tristes en Mauthausen. ¿Qué te dicen de mí mis camaradas?

OANA: Todo el mundo dice muchas cosas de todo el mundo y yo no digo nada.

BRETTMEIER: Pues a mí me gusta que me cuentes cosas. Seguro que has oído cosas que a mí me hubiera gustado haber oído. Te propongo un plan: a partir de hoy, de ahora mismo, tú eres mi confidente y no morirás. Creo que es buen negocio. Tú me suministras información, y yo te suministro días de vida. Tú me cuentas todo lo que dicen mis camaradas, los soldados también, claro, pero sobre todo, los oficiales, y cuantos más altos, mejor. Cuéntame lo que te cuentan, dime lo que piensan, lo que te hacen hacer, qué dicen de los demás, de sus superiores, de sus subordinados, de su familia, todo, cuéntamelo todo, y vivirás, gitana. (Suena una música muy lejana. Son los aires de “J’attendrai”). ¿Te gusta esa música?

OANA: ¿Quién va a morir?

BRETTMEIER: Tu raza… todo lo ensucia ¿Sabes? Los judíos no me dan asco, ni me producen temor, ni lástima. Son molestos como piojos y como piojos van a morir. Sin embargo, tu raza, me asquea porque huele a sarna y sabe a delito. ¿Te gusta esa música?

OANA: Es el austríaco, ¿no?

BRETTMEIER: ¿Conocerás también su nombre?

OANA: No. Sólo sé que se escapó un austríaco y que le habéis cogido.

BRETTMEIER: ¿Por qué lo sabes? ¿Por quién lo sabes?

OANA: Porque no paráis de hablar. Hoy he aprendido que mi raza… todo lo ensucia. Y que sabe a delito.

BRETTMEIER: Eso es. He permitido que vengan a verte algunos presos prominentes para que se delaten. En las letrinas hay presos que saben que comerán bien durante muchos días si me cuentan lo que allí se cuece. Amo el delito porque amo castigar el delito.. Estos hombres se transmiten planes secretos, intercambian todo tipo de información y trafican con todo tipo de trofeos robados, y sólo lo pueden hacer mientras cagan en las letrinas o se corren entre vuestras piernas. ¿Qué más sabes de ese austríaco?

OANA: Nada más.

BRETTMEIER: Escúchame bien, gitana. Quiero que sonsaques, quiero que confíen en ti. He ordenado que los guardias se alejen hasta el final del pasillo para que todo el mundo se sienta seguro aquí. Nada de doce minutos. Con la gitana se puede llegar hasta quince. La recompensa por tu información será tanto más alta cuanto más alto sea el personaje. Ahora bien, si no alimentas mi hambre, pensaré que me engañas, que me ocultas cosas. Si alguien conociera las claves de esta conversación, me enfadaría mucho. Y si pretendieras establecer un contrato en términos parecidos a este con otra persona… recuerda que no hay nada que ame tanto como la traición. (Suenan más cercanos los compases de “J’attendrai”). ¿Te gusta? A mí me estremece ese olor a rata que brinca entre la ropa tendida… Mañana será un día divertido. A la caída de la tarde, cuando todos los kommandos estén de vuelta y miles de hombres se alineen de cinco en fondo en la Appelplatz, esa infecta orquestina de gitanos anunciará la llegada del reo, Hans Bonarewitz… Bien. Con el día de mañana compensaremos el aburrimiento mortal de hoy. Vendré a verte dentro de unos días. ¿Sabes? Tienes algo que hace que den ganas de hablar. Aprovéchalo. Dentro de unos años no quedará ninguno de vosotros en Europa, pero si pudiera, me guardaría para mí una mujer y una orquesta de gitanos para que me recuerden el sabor de la inmundicia.

Y la orquesta gitana se arranca con alegría

Casa Ricken, 1965

RICKEN:

En cualquier parte se puede encontrar algo mejor que la muerte. Eso debió de pensar Hans Bonarewitz cuando se escapó escondido en un cajón. Su ejecución se convirtió en un auténtico acontecimiento, no por la ejecución en sí, claro, de esas teníamos decenas a diario. Incluso celebramos una Navidad ahorcando a diez presos en un enorme abeto que se instaló en la Appellplazt, cinco a cada lado, la decoración navideña más macabra que se pueda imaginar. Pero en fin… Lo extraordinario de aquella ejecución residía en la personalidad del reo: aquel austríaco había conseguido escapar y mantener en jaque a todo el personal del campo. Había que reconocerle valor y astucia. Le sobraban arrestos a aquel austriaco. Aquello no podía volver a repetirse, cualquier tentativa de fuga tenía que ser cortada de raíz. Ninguna esperanza podía habitar en el campo, ninguna luz. ¿Qué podíamos hacer que disuadiera al resto de los presos? ¿Matar, torturar, vejar? Eso ya lo hacíamos a diario sin necesidad de motivos, casi siempre por diversión o mero capricho. No, había que buscar otra cosa. Ya que no se podía someter a aquellos hombres quitándoles la vida, ni mediante torturas, ni con hambre, ni con humillaciones, al menos, que nos proporcionaran un buen espectáculo. La fiesta duró dos días:

Sobre el escenario Brettmeier interpreta “J´attendrai“. Suena la campana. En la Appellplatz del Lager el carrito de transportar los cadáveres, cubierto de adornos soeces y carteles infamantes, es tirado por varios presos. Abre la comitiva un payaso que ejecuta movimientos y contorsiones de bufón. Sobre el carro un cajón de madera y dentro el reo. Con la cara amoratada y adornado ridículamente, es paseado y mostrado al público asistente. Los músicos con gorros y adornos festivos, preceden al carro. El reo, atontado por los golpes recibidos, agita un trapo sucio con la mano que le queda libre y saluda con la boca pastosa de sangre. Ricken fotografía la escena con su Leica. Oana asiste al espectáculo encaramada a su catre, asomada entre los barrotes de su minúscula celda. Las miradas de la muchacha y Ricken se cruzan en un instante. Ricken parece querer saludar a la chica, pero enseguida vuelve a su quehacer.

 

BONAREWITZ:

Servus, Kameraden! Servus!

RICKEN:

Pocas veces he sentido más vergüenza. Aquel día el trabajo acabó mucho antes en la cantera. Como suboficial responsable del servicio de identificación fui el encargado de inmortalizar el acontecimiento. Con mi Leica retraté el carro, al reo, los músicos, los oficiales… Todos los supervivientes fueron obligados a formar a ambos lados de la comitiva: supervivientes alemanes, supervivientes checos, supervivientes españoles, franceses, belgas, holandeses, yugoeslavos… Todos los vivos del campo de Mauthausen asistiendo al escarnio, asistiendo al espectáculo.

La orquesta cambia de tercio y se arranca por la “Polka del Barril de cerveza”. El Kapo baja a empellones y golpes al reo y se dirige con él hacia el cadalso. El reo intenta decir unas palabras, pero un puñetazo le calla la boca.

BRETTEMEIER:

Nadie puede escapar del campo. Esto es lo que les espera a todos los que lo intenten. De aquí sólo se sale convertido en humo y por la chimenea del crematorio. No habrá supervivientes, solo los que tengan las manos manchadas de sangre, sólo los que estén bañados en sangre. Esa es la ley. En Mauthausen lo mejor que se puede encontrar es la muerte.

El kapo pone la soga en el cuello del reo y aprieta el nudo. El reo susurra como en un trance.

BONAREWITZ:

Kamaraden! Soyez bons, aimez-vous les uns les autres!

De una patada, la banqueta que sujeta los pies del austriaco sale volando. Su cuerpo se agita, se retuerce y ,por fin, se detiene. Un chorro de orina escurre por el pantalón del drillich y salpica a los espectadores de la primera fila.

RICKEN:

Ninguno de los supervivientes podremos olvidar aquella estúpida bufonada.

El Kapo arroja el cadáver del ahorcado al suelo. Ricken corrige la postura y fotografía con su Leica. El Kapo arrastra al cadáver hasta subirlo al carro. La comitiva sale. Ricken se tumba en el suelo y con la ayuda de un trípode se retrata en la misma posición que el austriaco muerto.

EN EL LABORATORIO FOTOGRÁFICO. Abril de 1942.

Durante los minutos que dura la comida, Toni y Paco están solos.

TONI: ¿Por qué me miras así?

PACO: ¿Cómo te estoy mirando?

TONI: Como si te hiciera gracia algo. ¿Te hago gracia yo?

PACO: No.

TONI: ¿Pues entonces por qué tienes esa sonrisa permanente en la cara?

PACO: Es mejor sonreír que destilar amargura.

TONI: Nada de lo que ocurre aquí tiene la menor gracia.

(Silencio. Suena un disparo de fusil. Paco se acerca e intenta ver algo a través de unos agujeritos que hay en las cortinas negras del ventanuco. Suena ahora un disparo de revólver)

PACO: ¿Por qué llamáremos a eso tiro de gracia? Tampoco tiene ninguna gracia.

TONI: Está terminantemente prohibido mirar.

PACO: A este paso se va a hacer de noche. Mira, la mano de uno de los muertos ha caído sobre el rostro del otro. Parece que le dice “no mires, no mires”, que los alemanes son muy feos…

TONI: Si entra algún SS y te ve mirando, nos pueden fusilar a todo el Kommando.

PACO: Mirándolo bien, ahora se les ve a gusto, ahí, encima del carro ese, abrazaditos…

TONI: ¿Qué dices?

PACO: Pero si piensan subir a todos los cadáveres en ese carro, se les van a caer. Parecen muñecos. Ahora ya ni sufren ni padecen.

TONI: ¿Qué? ¿Te gustaría verte ahí?

PACO: Hombre, preferiría estar en la Costa Brava comiéndome una paella. Y puestos a elegir, en otra compañía. No te ofendas, Toñin. Por cierto, hay una chavala de quitar el hipo en el prostíbulo. Fíjate cómo será la cosa que hasta los nazis se la trajinan. Están mezclando sus espermatozoides arios con sangre gitana. El día que se entere Enriquito, a ella la gasean, y a sus oficiales les corta los cojones.

(Silencio. Apuran sus platos, lamiéndolos)

PACO: Cuando salgamos de aquí voy a montar un restaurante…¿Sabes cuál va ser la especialidad?…Sopa de nabos. (Ríe) Y de segundo…¡sopa de nabos!…y de tercero…¡sopa de nabos!…y de postre…¡sopa de nabos! Y al día siguiente…¡sopa de nabos! Para desayunar, ¡sopa de nabos! A media tarde, para merendar, ¡sopa de nabos! Seré conocido en todo el mundo por mi deliciosa sopa de nabos. Tendré un plato único, pero magistral, contundente, inolvidable, eh, viandante, no te lo pienses más, entra ahora mismo y disfruta de nuestra maravillosa ¡sopa de nabos! ¡sopa de nabos! Siempre, ¡sopa de nabos! ¿Y sabes cómo se va a llamar el restaurante? Restaurante “SOPA DE NABOS. (Suena otro disparo. Paco se acerca a mirar). Hala, venga, dale el tiro de gracia, no se vaya a levantar y vaya a salir corriendo…(Disparo de revólver) Los camaradas del crematorio hoy se están ganando la cena. Hala, venga, paseíllo con el muerto…pero si no caben encima de ese carro, animales, aunque estén muertos podíais hacer dos turnos…Pues os quedan por los menos otros veinte, camaradas. Madre mía, se está formando un barrizal de sangre…Míralos, ahí parados, esperando a que los fusilen… (Mirando. Riendo) ¿De qué se reirán Brettmeier y compañía? A lo mejor les están preguntado qué quieren cenar esta noche o dónde tienen pensado pasar las vacaciones de verano…, esa pila de cuerpos, me recuerda a los muñecos de trapo que yo tenía de pequeño, que los tenía todos amontonados en una caja…

TONI: (Llegando hasta donde está Paco) Te lo pido por favor, para ya, te lo suplico, cállate. Están matando gente ahí fuera y yo no lo quiero ver, no me lo cuentes tú, hijo de puta, no me lo cuentes tú…

PACO: ¿Crees que esto me hace gracia, Toñete?

TONI: No me llames, Toñete, y si no te hace gracia, ¿por qué cojones te ríes?

PACO: ¡Porque me da la gana, me río porque me da la gana! ¿Crees que esto me hace gracia? ¿Tú sabes lo que le pasó a Francisco Boluda Ferrero? Ah, ¿no lo sabes? Pues pregúntalo, pregúntaselo a Juan de Diego, yo no te lo pienso contar, hombre, para que veas lo gracioso que soy. Era un tío guapísimo. ¿Sabes lo que le hizo El Banderillero? ¿Sabes lo que le hizo? Pues por eso me río. Me río por lo graciosa que es nuestra vida aquí, me río porque todo tiene una gracia que te partes de risa, por eso me río, Toñete, por eso me río, porque se me acumulan las imágenes en la cabeza, como negativos de fotografías, cientos de imágenes, miles de imágenes…Por eso me río.

(Suena otro disparo)

TONI: Vamos a trabajar.

PACO: ¿Tú crees que alguien nos creerá si sobrevivimos?

TONI: ¿Qué?

PACO: ¿Tú crees que alguien nos escuchará?

(Y el tiro de gracia)

TONI: ¿No vas a mirar?

PACO: No, ya he visto bastante. Deberíamos esconder todo esto para que el mundo se entere de lo que ha pasado aquí.

(Silencio. Ambos se centran en el trabajo)

PACO: Cinco mil tíos desnudos esperando a qué les desinfecten, cinco mil tíos que dentro de unos meses serán humo…

TONI: ¿No callas nunca?

PACO: Desinfección general, hijos de puta… Mira los soviéticos, ¡tenéis que aguantar, tovarichs!…

TONI : Te van a oír.

PACO: Son sus preferidos…Cada vez que llegan soviéticos, esto se convierte en una fiesta, primero les torturan, les destrozan… ¿Tú has visto a un gato jugando con un saltamontes?…Y Luego les matan…Mira aquí, un suicidio. Qué pena. Te ahorco en las letrinas y digo que te has suicidado… ¿Qué querrán hacer con todo esto? Si esto lo pudiera ver el mundo, Toni.

TONI: El mundo se ha olvidado de nosotros.

PACO: Puede ser, pero yo todavía no me he olvidado del mundo…La cantera…. Enriquito Himmler bajando del coche, Enriquito de frente, Enriquito de costado, Enriquito subiendo peldaño a peldaño la maravillosa escalera de la cantera Wienergraben…,¿Qué? ¿Se mata bien aquí, camaradas? ¿Sólo cuarenta kilos de peso? Qué blandengues estos judíos. A la cámara de gas, que la tenemos recién estrenada. Tampoco os pongáis a matar como locos, que hay que construir muchos túneles, carreteras, armas, vaciar pantanos…Se les puede ir matando pero con cierto criterio. De momento, me vais desalojando esto de españoles, que no los quiere nadie. ¡Cómo serán de asquerosos estos rojos españoles que ni en su propio país les quieren! Ah, mientras me vais gaseando también a los gitanos, que son muy feos. Aquí hay sitio para todos.

TONI: Viene alguien, cállate.

PACO:…Aquí hay una nota que habla de un tal August Eigruber, Gauleiter del Alto Danubio…debe ser el de la gabardina blanca…¿Quién coño serán todos estos que van con él?

(Entra Ricken. Silencio)

RICKEN: Revela esto.

TONI: ¿Urge, señor?

RICKEN: Sí, se las quieren enviar al Führer. Hoy es su cumpleaños. Ten cuidado con la sangre.

(Ricken entra en su despacho)

TONI: (Leyendo el papel que le ha dado Ricken) Fusilamiento de cuarenta y ocho hombres y cuatro mujeres. Partisanos yugoslavos.

(Suena un disparo)

Escenario:

Preso 4:

Para celebrar un cumpleaños se pueden hacer muchas cosas.

Preso 2:

Muchísimas.

Preso 1:

Comer pasteles, soplar velas, tirar petardos, una fiesta, un baile, un desfile…

Preso 4:

Mauthausen debe de ser el único lugar dónde los cumpleaños se celebran asesinando. Para que luego digan que los alemanes no son imaginativos.

Preso 1:

Ni originales.

Preso 2:

El 20 de abril del 42, en Mauthausen se celebró el 53 cumpleaños del Führer fusilando yugoeslavos, gaseando judíos y despeñando españoles por la cantera.

Canción de la cantera de Wienergraben:

PRESO 4:

De sol a sol voy picando,

de sol a sol trabajando,

sin comer, me estoy quedando

tal cual un cirio pascual.

KAPO:

A callarse, majadero,

o te doy con un madero,

te machaco el cocotero,

deja ya de protestar.

PRESO 4

Ay, socorro, socorrito

me canso, me debilito

deje que pare un poquito,

un poco de caridad

KAPO:

Oiga, escúcheme usté prenda

por mí como si revienta,

o se marcha usté a la mierda.

No pare de trabajar.

PRESO 4:

Esto es, si señor,

mucho peor que el gas ciclón.

KAPO:

Pues esto en realidá

no ha hecho na más que empezar.

PRESO 4:

Ay, me muero,

que la diño, que me muero,

por la gracia del Caudillo

yo la diño, que la espicho,

que la espicho de verdá.

CORO DE PRESOS:

Ay, me muero,

que la diño, que me muero,

por la gracia del Caudillo

yo la diño, que la espicho,

que la espicho de verdá.

DESPACHO del SS Hauptsturmführer, Martin Brettmeier, oficial a cargo de la seguridad del campo. Verano 1942.

BRETTMEIER: (Sin acabar de entrar) Que me traigas un uniforme limpio, y no me mires así, que parece que no has visto un muerto en tu vida. Y le das doble ración de carne a Lord y le dices que esta tarde iremos a chapotear al Danubio¡Espabila! (Dentro ya. Tiene el uniforme manchado de sangre. Se sirve de una botella. Coge el teléfono y marca). Brettmeier, sí, quiero hablar con mi esposa… (Cuelga. Bebe. Descuelga y vuelve a marcar). Páseme antes con mi asistente… Sí, sí quiero hablar con mi esposa, pero antes quiero hablar con mi asistente… Pues que espere, le dice a mi esposa que espere… Hans, ah, Hans, mándame enseguida al kapo ese español que tanta gracia nos hace, el que sale a la cantera por las mañanas… El que mata franceses por cruzarse con él… Sí, al maricón ese al que llaman La Begún… Ni idea, cosa de los españoles… Les encanta poner motes, a saber cómo me llamaran a mí… Mándamelo para acá. (Bebe) Hola, cariño, ¿cómo está la niña? ¿Qué? Pues no, no ha pasado gran cosa… Te estoy diciendo la verdad, no empecemos, Irma, basta ya. ¿Me quieres decir cómo está la niña, por favor?… Pues que beba mucha agua y acércala a la ventana, que respire aire fresco… No sé qué haríamos sin el doctor Holmer. Ese pediatra es una bendición del cielo… Muy bien, cariño, mímala mucho y dile que papaíto esta noche le va a contar su cuento preferido… ese, el de Hamelin, que dice que le da miedo pero siempre me pide que se lo cuente otra vez, y otra vez… Claro, claro que llegaré cansado, pero mi niña es lo primero. (Suenan golpes en la puerta). Te tengo que dejar. Hasta la noche. Os quiero. (Bebe) Entra.

Entra LA BEGÚN

LA BEGÚN: Señor…

BRETTMEIER: Siéntate, si quieres.

LA BEGÚN: Ese chaval…

BRETTMEIER: Un checo. ¿Le conocías?

LA BEGÚN: No, no creo. De todos modos, reconocerle, lo que se dice reconocerle, no lo reconocería ni su santa madre.

BRETTMEIER: Lord es un animal…perfecto.

LA BEGÚN: ¿Lord? ¿Su perro? ¿Lo ha hecho él?

BRETTMEIER: Lo ha hecho él, sí. Yo no muerdo.

LA BEGÚN: Claro, señor.

BRETTMEIER: Primero te tira al suelo de un empujón, con las patas delanteras. Luego te pone sus delicadas fauces alrededor del cuello y al instante suena un chasquido rítmico, limpio y crujiente. Tres segundos. Te he visto matar con la misma precisión que mi perro. Y como él, he visto cómo te ciegas. Lo termináis poniendo todo perdido. Bebe si quieres, y escúchame.

LA BEGÚN: Gracias, señor.

BRETTMEIER: Puedes pedirme todo lo que quieras si a partir de ahora dejas de empujar franceses por el precipicio y te dedicas en cuerpo y alma a tus compatriotas…

LA BEGÚN: ¿Qué tengo que hacer?

BRETTMEIER: Vigilarles cuando comen, cuando hablan, cuando duermen, cuando cagan…Están organizados. No sé cuántos, no sé quiénes, no sé dónde ni cómo, pero sé que están organizados. Fugas, armas, no sé…Vigílales. Y tráeme nombres. Tráeme cabezas.

LA BEGÚN: Puedo hacerlo.

BRETTMEIER: Muy bien. ¿Sabías que hace dos años un compatriota tuyo se acercó a mí y me pidió guardar un minuto de silencio por un español que acababa de morir?

LA BEGÚN: No, señor.

BRETTMEIER: Al parecer era el primer español que moría en Mauthausen. A mí no me hizo gracia….Me lo pidió con…,con tanta dignidad, que me paralizó.

LA BEGÚN: Sí, son muy dignos cuando quieren. ¿Y qué hizo usted, señor?

BRETTMEIER: Conceder lo que pedían. Desde entonces sé que tus compatriotas son muy peligrosos. Dignos y orgullosos. Y no me fío de ellos. ¿Sabes cómo se llamaba el primer español que murió en Mauthausen?

LA BEGÚN: No. Han muerto tantos, que da lo mismo cómo se llamara ése, murieron muchos en los trenes, da lo mismo.

BRETTMEIER: Muy bien. Piénsate lo que te ofrezco: una habitación para ti solo, mujeres, o lo que te plazca, todo el alcohol, toda la comida, sábanas limpias, mantas…alguien que te limpie…paseos por el Danubio, días libres. Pídeme lo que quieras, tráeme la piel de los cabecillas españoles y disfruta de este tiempo. ¿Está claro?

LA BEGÚN: Creo que sí, señor.

BRETTMEIER: ¿Sabes por qué sé que lo vas a hacer muy bien?

LA BEGÚN: No, señor.

BRETTMEIER: ¿Por qué sé que te vas a esmerar?

LA BEGÚN: ¿Por qué, señor?

BRETTMEIER: Porque hay que aprovechar el tiempo.

LA BEGÚN: Claro, señor.

BRETTMEIER: Sobre todo si el tiempo se acaba.

LA BEGÚN: No le entiendo, señor.

BRETTMEIER: Sí, sí me entiendes.

LA BEGÚN: No, señor, le juro que no le entiendo.

(Silencio)

BRETTMEIER: Eso es. No vas a salir vivo de Mauthausen. Bebe. Y empieza a disfrutar.

RICKEN:

Aquellos españoles no paraban de tentar a la suerte. El colmo fue en la Navidad del 42.

PRESO 1:

Señoras y señores, meine damen und herren, madamemesiés, compatriotas, prisioneros, señores verdes, señores rojos, malvas, rosas, negros, amarillos… señores de la autoridad competente… la fabulosa compañía de revista “La Española” del Konzentrationslager Mauthausen(¡toma castaña!, para que luego digan que a los españoles se nos dan mal los idiomas) tiene el placer de presentarles la maravillosa revista musical titulada “El Rajá de Rajaloya”. ¡Música, maestro!

Música de pasodoble y grupo de presos que entra enseñando pierna y luciendo escote peludo.

RICKEN:

¡Un espectáculo de variedades en medio de aquel horror! ¡Un espectáculo frívolo, repleto de hombres travestidos, chistes obscenos, bailes, pelucas y chisteras conseguidas sabe Dios cómo! Como tampoco sabremos nunca cómo se las ingeniaron para conseguir el permiso del Hauptsturmführer para hacer la representación, ni cómo hicieron para conseguir tela, madera y pintura para los decorados, ni tiempo para pintarlos y construirlos. El colmo del grotesco, el humor de Francisco de Goya hecho carne de escenario, aunque bien es verdad que poca. Los grabados de Goya en movimiento. Y, por encima de todo, aire fresco, diversión, moral para aquella tropa de hombres deshechos, diezmados, reventados, que sabían que la dignidad y la moral era lo único que les podía mantener con vida.

PRESO 1:

A ver: ¿qué hace un pescado en un teatro? ¡Ser un mero espectador!

RICKEN: Y es que en la Navidad de 1942 casi un setenta por ciento de los españoles que entraron en Mauthausen ya habían sido asesinados.

EN LAS LETRINAS. Invierno de 1942.

PACO y JACINTO

PACO: ¿Trabajas en el kommando Poschacher?

JACINTO: Sí.

PACO: Yo trabajo en el laboratorio de identificación, haciendo fotografías y todo eso. Hemos hablado alguna vez ¿te acuerdas?

JACINTO: Ahora que lo dices, sí. ¿Hemos hecho algo mal?

PACO: No, tranquilo. ¿A qué hora salís por la mañana?

JACINTO: ¿Salir, de dónde?

PACO: Del campo, ¿a qué hora salís para ir a vuestro kommando?

JACINTO: A las seis.

PACO: ¿Y a qué hora volvéis?

JACINTO: A las cinco de la tarde.

PACO: ¿Qué hacéis todo el día allí?

JACINTO: Trabajamos en la cantera.

PACO: En una cantera, ¿cómo la de aquí?

JACINTO: Que va. No tiene peligro. Cansa mucho, pero no tiene peligro,

PACO: ¿Cuántos vigilantes van con vosotros?

JACINTO: Ahora sólo uno.

PACO: ¿Sólo uno?

JACINTO: Antes venían cuatro, ahora sólo uno. ¿Sabes lo que nos pasó el primer día?

PACO: ¿Qué?

JACINTO: Que nos pusimos a cantar la Internacional.

PACO: ¿En serio?

JACINTO: Claro. Pensábamos que los alemanes no entenderían la letra. Menos mal que venía un kapo español y nos explicó que La Internacional la conoce todo Dios por la música. No caímos en ello. Ahora me río, pero…

PACO: Pues os librasteis de una buena .Oye…¿Y dónde está la cantera?

JACINTO: ¿Ha pasado algo?

PACO: No, de verdad, tranquilo. Los camaradas…los compañeros del partido queremos saber todo acerca de nuestros compatriotas para poder ayudarnos en lo que haga falta.

JACINTO: ¿Y en qué puedo ayudar yo?

PACO: Ahora no lo sé, Jacinto, pero es importante que hablemos. ¿Cuántos vais?

JACINTO: ¿El qué?

PACO: Que cuántos vais en ese kommando?

JACINTO: Creo que somos cuarenta y dos

PACO: ¿Y sólo va un guardia?

JACINTO: Claro, si somos buena gente, para qué iban a venir más…al principio sí, pero ahora vamos al trabajo, volvemos, a veces saludamos a alguien del pueblo y hala, al barracón.

PACO: ¿Tenéis que pasar por el pueblo?

JACINTO: Claro, la cantera de Poschacher está al final del pueblo.

PACO: ¿Y os saluda la gente?

JACINTO: Sí y no.

PACO: ¿Cómo sí y no?

JACINTO: Que hay gente que sí, algunas veces, y otras que no, nunca, pero en general yo diría que son buena gente los del pueblo.

PACO: ¿Habláis con alguien del pueblo?

JACINTO: No, eso no.

PACO: ¿Y cómo os saludáis?

JACINTO: Pues haciendo así, o así, o con la mano…Una sonrisa.

PACO: ¿Y el guardia?

JACINTO: ¿Qué pasa con el guardia?

PACO: ¿Que qué hace?

JACINTO Se ríe de nuestro alemán.

PACO: ¿Qué alemán? ¿No dices que no habláis?

JACINTO: Hombre, decir Adiós Froilain no creo yo que sea hablar. Gute Nacht, eso no es hablar. Hablar yo le llamo a…hablar.

PACO: Claro, Jacinto. Pues prométeme que tú y yo vamos a hablar más a menudo.

JACINTO: ¿Y por qué has venido preguntando por mí?

PACO: Porque…me han hablado de ti

JACINTO: ¿Quién?

PACO: No importa. Tenía curiosidad por saber en qué consiste vuestra labor.

JACINTO: ¿Y te has quedado contento?

PACO: Sí, mucho, sí. Vámonos.

JACINTO: Me han dicho que no me fíe ni de mi sombra.

PACO: Y haces bien. ¿Qué edad tienes?

JACINTO: Dieciséis.

PACO: Búscame, de acuerdo.

JACINTO: ¿No ha pasado nada verdad?

PACO: Te lo juro por la memoria de José Marfil Escalona.

JACINTO: ¿Y ese quién es?

PACO: El primer español que murió en Mauthausen.

Y se escabullen. De algún lado asoma La Begún, que cruza la escena.

COLONIA: año 1965

RICKEN:

El día en el que murió el primer español, aquellos locos del Triángulo azul parlamentaron con los altos mandos y solicitaron que se les permitiese guardar un minuto de silencio en señal de duelo. La noticia corrió de boca en boca. Nunca nadie antes se había atrevido a algo semejante. Los presos más antiguos sintieron pavor, aquella osadía podía desencadenar una feroz represalia. Pero no fue así. Para asombro de todos se autorizó la solicitud. Quizá los mandos no le dieron más importancia, quizá pensaron que era una locura, quizá una buena ocasión para divertirse… quién sabe…

Campanazo.

Preso 5 (como JULIÁN MUR):

Hoy ha muerto José Marfil Escalona, de 52 años, nacido en Fuengirola.

Ricken:

Aquel mediodía, como todos, se procedió al recuento de los reclusos. Alineados de cinco en fondo, según la disciplina del campo, los presos esperaban a ser contados. Después se dio la orden de romper filas, pero ningún español se movió.

Mur:

Compañeros: Hoy ha muerto el primer español en el campo de Mauthausen.

Ricken:

Una voz clara, enérgica, poderosa surgió de entre los españoles.

Mur:

Mantened la cabeza bien alta, demos una vez más el ejemplo de nuestra solidaridad… Vamos a guardar un minuto de silencio.

Ricken:

Todos aquellos hombres se quedaron clavados en el sitio. Después surgió una segunda orden…

Mur:

¡Firmes!

Ricken:

Y luego, el silencio. Un silencio inmenso, un silencio que invadió el campo, un silencio que gritaba, que atronaba como nada que antes hubiéramos escuchado en Mauthausen.

Y todos los españoles del campo de concentración de Mauthausen guardan un minuto de silencio, al término del cual, resuena la campana.

EN EL PROSTÍBULO, invierno 1942.

Toni y Oana.

TONI: Me voy. Lo siento.

OANA: No importa. Quédate.

TONI: ¿Y para qué me iba a quedar?

OANA: Porque aquí se está mejor que en cualquier otro lugar del Lager. Ven, siéntate, cuéntame cosas…

Silencio

TONI: Lo siento…

OANA: No importa, de verdad.

TONI: Es que en este lugar no me…

OANA: Por mí no te preocupes. Hoy me han dejado sus babas encima tres alemanes, dos austríacos, un belga, otros dos alemanes, un esloveno…todavía me faltan dos para acabar. Por mí no te preocupes…

TONI: Me voy

OANA: ¿Dónde trabajas?

TONI: ¿Qué más da?

OANA: Cada vez sois más los españoles que tenéis buenos puestos. Sois listos. Dime dónde trabajas.

TONI: En el servicio de identificación.

OANA: ¿Eres fotógrafo?

TONI: Mi familia tuvo una tienda de fotografía.

OANA: Ya sé quién eres.

TONI: ¿Ah, sí?

OANA: El otro español que trabaja en la cosa de las fotos. Me han hablado de ti.

TONI: ¿Quién?

OANA: No importa. Sé que sois dos españoles en lo de las fotos, ese que trabaja contigo, el que siempre se está riendo, y tú.

TONI: Ya.

OANA: Siempre está contento tu amigo. Mejor. Aquí no se puede venir si eres un muerto viviente de esos que van por ahí. Aquí sólo venís los presos importantes. ¿A que tú eres un preso importante?

TONI: ¿Yo? No. Importante, no. Pero sí he tenido más suerte que otros.

OANA: Tu amigo tiene un plan. Un secreto. Y dice que yo formo parte de su plan.

TONI: ¿Y cuál es ese plan?

OANA: Yo no lo sé. ¿Lo sabes tú?

TONI: No.

OANA: A mí todo el mundo me cuenta muchas cosas, pero yo sé que contar, no cuento para nadie. Ah…es verdad, a veces se queda así, como si se le hubiera posado una paloma muerta en la mirada.

TONI: ¿Quién?

OANA: Tu amigo.

TONI: No es mi amigo.

OANA: Ya me he dado cuenta. No te gusta nada que te hable de él. Pero a mí me gusta que venga porque me hace reír. Y porque me trae comida y tabaco. Y porque siempre está jugando. Juega con todos vosotros.

TONI: ¿Y a qué juega según tú?

OANA: A sobrevivir. Cada cual con sus armas. A mí, desde hace casi tres años, me violan doce seres repulsivos al día, pero estoy viva. Ya no me da asco ni vergüenza, ya no es mi cuerpo, ya no me pertenece, pero estoy viva y todavía puedo mantener una conversación contigo, todavía puedo decir yo y saber a quién me refiero, todavía tengo una vida, una conciencia y unos gramos de esperanza. Pues lo mismo. Me han contado cosas muy feas de tu amigo que no es tu amigo, pero también ha pasado por aquí más de uno que dice que le debe la vida.

TONI: Me alegro mucho por ellos. Me voy.

OANA: ¿Sabes una cosa? Si salgo viva de aquí, quiero visitar España.

TONI: ¿España? Pues no te lo recomiendo. Está secuestrada.

OANA: ¿Por quién?

TONI: Pues… por una gente que siempre que intentamos levantar la cabeza, nos aplasta como a moscas.

OANA: No importa. Ya se irán.

TONI: No. No se van a ir.

OANA: Yo quiero conocer los sitios de los que me habláis: Sevilla, Gijón, Barcelona y sobre todo…Teruel.

TONI: ¿Teruel? ¿Por qué Teruel?

OANA: Porque suena de maravilla. Mira, dilo conmigo, Teruel, Teruel, Teruel…

TONI: ¿De dónde eres?

OANA: ¿Yo? De ningún sitio. Yo soy de donde nos dejaban instalar nuestros carromatos.

TONI: Pero ¿dónde naciste?

OANA: En el mundo.

TONI: Sí, pero ¿en qué país?

OANA: En Croacia.

TONI: ¿Y qué hacías? Cuando os dejaban instalar vuestros carromatos, ¿qué hacías?

OANA: Equilibrista. Hacía equilibrios y contorsiones. Me retorcía como una serpiente y hacía equilibrios sobre unos cilindros metálicos, cada vez más pequeños, unos encima de otros. Así me ganaba la vida. Casi como aquí. Haciendo equilibrios y contorsiones. ¿A qué tienes por lo menos un hijo?

TONI: ¡Sí! ¿Cómo…?

OANA: Se os nota. A algunos hombres se os nota cuando tenéis un hijo. ¿Y tu pueblo? ¿Cómo se llama tu pueblo?

TONI: Tortosa.

OANA: ¡Tortosa! ¡Qué bonito! ¡Tortosa! ¿Y tu mujer? ¿Es guapa?

TONI: Sí, muy guapa.

OANA: ¿Y tus padres? ¿Tienes padres?

TONI: No. A mis padres los mataron los mismos que nos han dejado pudrirnos aquí. ¿Y tu familia?

OANA: Te tienes que ir.

TONI: ¿Qué pasó con tu familia?

OANA: Por la chimenea.

Escenario: CHOTIS DEL CREMATORIO

Preso 2.- Chico, cómo está el Campo.

Preso 3.- Ya tenemos cámara de gas y tó.

Preso 6.- Y funcionando a tó pasto.

Preso 4.- Y un campo de rusos.

Preso 5.- Pues yo lo preferiría de remolachas, que alimentan más.

Preso 6.- ¡Qué cosas tiés!

Preso 2.- ¡Y, sobre tó, tenemos unos crematorios!

Preso 5.- Que sirven pa que los muertos samontonen alrededor de ellos.

Preso 2.- Si es que no damos abasto con la cámara de gas.



Este domingo en el Campo

Prisciliano y Agapito

vieron una chimenea

con su humito.

Y venían con el carro

a rebosar de muertitos

y como era su costumbre

los echaron a un hoyito.

Y en eso un kapo

con muy mala leche

les dio una patada

en todo el ojete.



Kapo.- Oiga, querido amigo, no eche usté muertos al hoyo,

que pa eso el Lagerfürer nos ha puesto el crematorio.



Presos.- Oiga, kapo elegante, no pegue usté esas patás

que es que el horno no da abasto con el gas.

Coro de presos.-

El crematorio, el crematorio, el crematorio

no da abasto con el gas,

y el que llega con los muertos

pa echarlos al crematorio

ya no puede, ya no puede ni pasar.



Preso 6.- Si es que desde que han montao la cámara de gas esa, chico es un exterminio que es que no damos abasto.

Preso 2.- Será por los rusos, que son muchos.

Preso 3.- Venga, venga, dejaos ya de rusos y vamos a cantar el chotis del crematorio.



Ivanovna tuvo un chico

de cabeza tan enorme

que en mi vida he visto cosa

tan deforme.

Y cuando el doctor lo vio,

que acababa de llegar,

se quedó muy asombrado

de cosa tan colosal.

Y le dijo: “chico,

te voy a estudiar”

Le corto el pescuezo,

y ¡hala!, a investigar.



Preso 5.- Venga, venga, tirar el cuerpo del cabezón al hoyo, que ya veréis qué cara pone el kapo.

Preso 4.- ¿Y no se enfadará?

Preso 5.- Venga, que me hace mucho de reír, tíralo ya.



Kapo.- Oiga, querido amigo, no eche usté muertos al hoyo,

que pa eso el Lagerfürer nos ha puesto el crematorio.



Presos.- Oiga, kapo elegante, no pegue usté esas patás

que es que el horno no da abasto con el gas.

Coro de presos.-

El crematorio, el crematorio, el crematorio

no da abasto con el gas,

y el que llega con los muertos

pa echarlos al crematorio

ya no puede, ya no puede ni pasar.





LABORATORIO FOTOGRÁFICO. enero de 1943

TONI:

Querida Sole: dile a nuestro hijo, cuando tenga edad para entenderlo, que su padre se acordó de él hasta el último momento. Dile que sus cinco años de vida han sido los más importantes de la mía. Dile que no pude encontrar las palabras para agradecerle que haya venido al mundo. Mi hijo, mi niño, solamente decir mi hijo me ayuda a soportar este infierno. Querida mía: si llegara esta carta a ti algún día has de saber que es una carta escrita desde el lugar más horrible que te puedas imaginar. Las autoridades francesas nos dejaron en mano de los alemanes. Los alemanes nos metieron en unos campos de prisioneros que llaman Stalag. Después, en unos vagones para el ganado, llegamos aquí: Mauthausen. Anota bien este nombre y nunca lo olvides. Este es el lugar donde probablemente moriré dentro de un mes, tal vez una semana, tal vez hoy, dentro de un rato, quién sabe. Y has de saber que yo tengo, de momento, la suerte de estar trabajando en un laboratorio de fotografía y me alimento mejor que la mayoría de los presos, y no trabajo a la intemperie en el río, o en las canteras, o en los túneles. Pero no debo ocultarte este horror. Mentirte sería traicionarnos, traicionar nuestro amor y también nuestra lucha. Recuérdalo bien, mi amor: este lugar se llama Mauthausen. Aquí mueren cada día cientos de prisioneros llegados de todos los rincones de Europa, españoles también, claro. No sé cuántos miles de compatriotas han pasado por aquí, pero si sé que muchos, muchísimos, ya han muerto de agotamiento en la cantera, en una escalera monstruosa de 186 peldaños que te hacen bajar y subir con piedras que pesan unos 30 o 40 kilos. Cada día que pasa sabemos a ciencia cierta que Franco nos ha dejado morir en este infierno. Aquí te pueden matar de un tiro en la nuca, o a palos, o descuartizado por los perros…No puedo, no debo ocultarlo. Tienes que saberlo para poder contarlo…Desde hace unos meses han diseñado unas cámaras de gas que parecen unas duchas en las que pueden matar por asfixia a doscientas personas de una vez. Nos explotan como esclavos mientras se puedan servir de nosotros para sus intereses de guerra, y nos exterminan cuando ya no pueden seguir explotándonos. Para los judíos no hay esperanza alguna. Hay unas chimeneas por las que permanentemente se van al cielo decenas, cientos de seres humanos. Recuerda bien el nombre de este lugar, por si en el futuro alguien tiene la intención de que se olvide: Mauthausen, porque así se llama el pueblo de al lado, un pueblecito encantador al lado del Danubio, en Austria. Y recuerda el nombre de Franz Ziereis, y de Georg Bachmayer, Karl Schulz. Son los nombres de los SS alemanes que mandan en todo esto, los que deciden que las cosas sean como son. Querida mía: no me esperes. Aquí uno no sabe si sobrevivirá al minuto siguiente. No te puedo transmitir falsas esperanzas. Dile a mi hijo que su padre le amó y le recordó hasta el último minuto. Tal vez él pueda vivir en un mundo mejor, en una España libre y democrática, en una Europa unida y solidaria. Ay, nuestra República Española. Sabes que te amaré siempre. Desde el peor lugar del mundo, donde Dios no es posible,

tu Antonio

Campo de concentración de Mauthausen, enero de 1943

(Entra Ricken y con él cambia la luz)

RICKEN: Dame tu carta

(Toni le da la carta)

RICKEN: (Leyendo): “Aquí estamos bien de salud, nos tratan muy bien. Dales muchos besos a mi Pascualillo y a los abuelos. Siempre tuyo, Antonio”.

(RICKEN se lleva la carta).

Toni regresa al trabajo. Paco con los pies apoyados en una silla, toca en una armónica “el bolero de Ravel”.

PACO: Siempre hay una más, siempre. Cuando te dices, ya no se me ocurre ninguna más, hasta aquí hemos llegado, es imposible, pues no, siempre hay una más, siempre hay una manera más de morir en Mauthausen (Armónica) Pues a Francisco Boluda yo le vi dos o tres veces y era guapo de cojones. Era tan guapo que no me importa decir que era guapo. Para ti, Francisco, estés donde estés, este bolero de Ravel (Armónica) Puede que el Doctor Kresbach todavía conserve su cráneo. Juan de Diego me contó que pudo reconocer su cráneo en el despacho del doctor, que por cierto, es pediatra…

TONI: ¿Qué le hizo?

(Paco toca la armónica)

PACO: Hay una foto del pediatra por ahí…¡Dan unas ganas de dejarle a tu hijo para que te lo cuide!…Venid, niños, seguidme todos, que os voy poner una inyección en el corazón, seguidme, soy el flautista de Hamelin, que os voy a dar una duchita de gas ziklón, que venís muy sucios del viaje…

TONI: Tu incomparable sentido del humor es tan estúpido que ya ni molesta, así que puedes ahorrártelo…,¿qué le hizo al chaval ese?

PACO: ¿De qué hablamos?

TONI: ¿El doctor ese, el banderillero, que le hizo al chaval ese?

PACO: Le mandó decapitar y convirtió su cabeza en un pisapapeles. (Armónica)

TONI: Muy bien.

PACO: ¿No me crees?

TONI: Sí, sí te creo. Pero no quiero saber más.

(Entra Ricken, siempre como ensimismado. Paco, como un gato, y sin alterarse, cambia de postura y finge trabajar)

RICKEN: He perdido mi reloj…¿Habéis visto mi reloj?

TONI: No, señor.

RICKEN: Esta mañana he estado aquí…¿Seguro que no lo habéis visto?

TONI: Si lo hubiera visto, señor, se lo diría

PACO: Yo si lo hubiera visto, aquí iba a estar yo…Una semana comiendo a cuerpo de rey, por ese reloj…

(Paco ríe. Toni traga saliva. Ricken, que parece no escucharle, sigue buscando)

RICKEN: ¿Os acordáis de mi reloj, verdad?

TONI: Sí, lo lleva usted siempre.

(Ricken abre un cajón, mira, saca algún objeto, abre otro cajón…finalmente saca unas fotografías)

RICKEN: ¿Qué es esto?

TONI: Son…copias malas, señor.

RICKEN: Estas fotos han salido esta mañana para Berlín. ¿Cómo es que quedan aquí unas copias?

TONI: Olvidé que estaban ahí.

RICKEN: ¿Cuántas copias has hecho de estas fotos?

TONI: Seis, señor, pero…

RICKEN: ¿Seis? ¿Por qué seis?

TONI: Pero éstas son de mala calidad y hay que romperlas.

RICKEN: ¿Y por qué no las has roto?

TONI: Las dejé ahí, y me puse a hacer otra cosa.

RICKEN: ¿Tienen un interés especial estas fotos?

TONI: En absoluto, señor.

RICKEN: No puede volver a ocurrir.

TONI: Ha sido un despiste, señor.

RICKEN: No puede volver a ocurrir, ¿habéis entendido? Este laboratorio hace cinco copias en papel cuyo destino es la Gestapo. Cinco. Ni una más. Si vuelvo a ver una copia adicional en papel en este laboratorio, os mando fusilar. (Se dirige a la salida) Si aparece mi reloj, avisadme, por favor

(Sale. Toni y Paco se miran, intensamente)

PACO: ¿Cuánto tiempo llevas haciendo seis copias, Tóñin?

TONI: Nunca he hecho seis copias, ha sido un accidente.

PACO: Ya. Y yo me chupo el dedo. Sé que haces seis copias desde hace un tiempo. Y te aplaudo. Señores, he aquí un héroe de guerra.

TONI: Cállate, por favor. ¡Lo que me faltaba! ¿Y cómo se te ocurre decirle lo del reloj?

PACO: No me cambies de tema. Escúchame bien, Toni. Yo también llevo un tiempo guardando negativos. Muchos. Si sacamos todo ese material del campo…

TONI: Déjame en paz. Puede entrar alguien en cualquier momento. Además, no hay nada que hablar. Nada de lo que se te pueda ocurrir puede ser bueno. Déjame en paz.

PACO: Toni, por favor, escúchame.

TONI: ¡Qué te calles!

PACO: ¿Para qué haces esa copia entonces? ¿Por qué te juegas la vida?

TONI: Ese es mi problema.

PACO: Mira lo que ha pasado hoy. Las pueden encontrar.

TONI: No las van a encontrar. A no ser que tú…

PACO: Yo, ¿qué?

TONI: No le cuentes a nadie esto. A nadie.

PACO: Algunos del partido saben que yo tengo negativos. Y los vamos a sacar.

TONI: Pues hacer lo que queráis con vuestros negativos, y a mí dejarme en paz.

PACO: Trabajamos en equipo. Somos un partido.

TONI: Pues muy bien. Yo no estoy de acuerdo con las directrices del partido. Creo que os equivocáis. Mis fotos no salen.

PACO: ¿Y qué vas a hacer con ellas?

TONI: Esperar hasta el final. Si vivimos, vivirán las fotos. Intentar sacarlas es una locura. Nos fusilarán a todos, pero antes harán un escarmiento ejemplar. Nos pasearán en un carro durante horas y horas, desnudos, nos torturarán, nos colgarán en el muro, nos darán duchas heladas, nos azuzarán a sus perros y nos despedazarán…Conmigo no cuentes. No contéis.

(Silencio largo. Toni vuelve a sus quehaceres. Y Paco a los suyos: bolero de Ravel)

PACO: Pues como íbamos diciendo, siempre hay una manera más de morir en Mauthausen: hoy he sabido que también se puede morir de pura cobardía.



CANCIÓN DE LA SUPREMACÍA DE LA RAZA ARIA

Como una walkiria

aria soy

y me entretiene

Europa limpiar,

desinfectar,

cuestión de higiene.

Como aria que soy

en sanear

soy eficiente.

Aria, esa soy yo

y doy limpieza

y esplendor.

Hay que extirpar

y exterminar

esas plagas malas y dañinas.

Ay, que placer

ver funcionar

la práctica cámara de gas,

ah, ahhhh, ahh, ah, ah, ahhh…

Coro:

Una aria es

para asear

la más activa.

En higienizar

sin duda es

la preferida.

Solo:

Como aria que soy

en sanear

soy eficiente.

Aria, esa soy yo

y doy limpieza

y esplendor.

Estribillo:

Aria soy como Parsifal,

aria soy como Loengrin, Sigfrido,

Thor y Wotán.

Sólo así podré yo lograr

una Europa más aria y total.

Sólo así podré exterminar

a judíos, gitanos,

maricas, rojos y demás.

Aria soy como Parsifal,

soy lo más,

viva yo,

viva el gas.

Sólo así podré exterminar

a judíos, gitanos,

maricas, rojos y demás.

Soy lo más,

viva yo,

viva el gaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas.



EN EL PROSTÍBULO, marzo 1943.

La Begun” y Oana.

LA BEGÚN: Se lo dices. Se lo dices de mi parte a los españoles. Y ahí estoy siendo generoso con mis compatriotas. Los demás que se pudran. Pero a mis compatriotas les avisas. Una fuga, uno sólo que se fugase, y puede morir todo un barracón. Ahí no me voy a andar con medias tintas. Toda la noche a la intemperie hasta que aparezca el fugado. Los españoles se creen muy listos. Porque hemos pasado una guerra civil, se creen muy listos. Déjame a mí a un republicano, a un dinamitero, a un veterano de guerra, déjamelo desnudo a 20 grados bajo cero una hora, dos horas, toda la noche. Ya verás tú donde le pongo yo la soberbia a los españoles. Si hay que romperle las costillas a los polacos, se las rompo muy a gusto. Son mierda los polacos, mierda pura. Si hay que machacarle el cráneo a un francés, a un yugoslavo, se le machaca. Da igual. Aquí sólo hay condenados a muerte que se hacen caca todo el día. ¿Qué más da de dónde sea esa mierda? Pero no quiero más problemas con mis compatriotas, me enferman. Se creen superiores. Y se organizan. Aquí, en este matadero, los españoles están organizando la resistencia. ¡Cretinos! Hacen comités internacionales y tratan de ayudarse unos a otros, como si fueran a salir vivos de aquí. Me enferman. Así que les dices de mi parte que no me voy a andar con tonterías. Un día, en un recuento, alguien se acordó de mi madre, oí y vi a un español que se acordó de mi madre…”Mírame a los ojos”, le dije, y me miró a los ojos. “Ahora repite lo que has dicho, mirándome a los ojos,” y lo hizo… Se los saqué. Los ojos. Se los saqué. Le metí los dedos en las cuencas, así, y le saqué las dos bolitas, así.

(Silencio)

OANA: Sabes quién es Paulus?

LA BEGÚN: Quién es Paulus?

OANA: No lo sé. Por eso te lo pregunto. Debe ser alguien muy importante, porque todos los SS que entran aquí se acuerdan de él, y de su madre, como ese español que se acordó de la tuya. Paulus. No sabes quién es?

LA BEGÚN: No, no sé quién es.

OANA: Algunos lloraban mientras pronunciaban su nombre: Paulus, traidor, rata cobarde, has vendido a Alemania, has humillado al Tercer Reich. Digo yo que un tipo que vende a Alemania y humilla al Tercer Reich debe ser muy importante.

LA BEGÚN: No sé quién es ese Paulus ni me importa, ni me importan las cosas de los alemanes, hijos de puta y se mueran todos. Y qué te importa a ti ese asunto?

OANA: Algo debe importarnos porque antes de conocer el nombre de Paulus venían, se quitaban las botas y la ropa, canturreaban una canción, me decían “por detrás, gitana”, se corrían y se largaban. Me traían chocolate, pan, embutido, cigarrillos y me enseñaban una foto con dos niños rubios jugando en una casa con jardín mientras se les llenaban los ojos de agua. Siempre con prisa. Amantes de la estadística: a este ritmo, en dos años, no va a haber judíos en Europa”. Siempre con prisa. Eso sí, alegres, arrolladores. “Voy a hablar con Brettmeier para que no te gaseen”, me decían los más…considerados. Ahora llegan, borrachos muchas veces, y ni siquiera se les pone dura. Dan golpes a las sillas y hablan solos, vomitan y se duermen, otros se quedan callados, otros no paran de hablar. Me hablan del taller de carpintería que tenían en Bamberg, de lo que darían por volver a su pequeña tienda en Bremen. No sé quién será el tal Paulus, ni lo que ha hecho, pero sé que desde que conozco su nombre a los alemanes les ha cambiado la fortuna.

(Silencio)

LA BEGÚN: Sabes demasiadas cosas. Tú no vas a salir viva de aquí porque sabes demasiadas cosas.

OANA: Y tú no vas a salir vivo de aquí porque si no te matan los alemanes te mataran tus compatriotas.

LA BEGÚN: Cuando la guerra acabe yo saldré de aquí andando por el portón principal y me volveré a España y de mis compatriotas no quedará ni el recuerdo.

OANA: ¿Por qué les odias tanto?

LA BEGÚN: Porque han perdido una guerra y ahora se ponen gallitos en este infierno. No se pusieron de acuerdo para acabar con Franco y ahora compadrean para escapar de Hitler. Los catalanes odian España y ahora, aquí, se sienten orgullosos de ser españoles, republicanos españoles dicen, aquí, en la boca del horno. Los anarquistas detestan a los comunistas y los comunistas odian a los anarquistas y se han pegado tiros en la guerra entre ellos, pero aquí se han unido para luchar contra el fascismo alemán. Los socialistas miran por encima del hombro a los anarquistas y a los comunistas, y ahora, cuando les quedan diez minutos para ser gaseados o empujados por el terraplén de la cantera Wienergraben se dicen españoles y luchadores republicanos frente al fascismo, y ahora que entre todos se han cargado a la República y que no han sabido defenderla de un enano español se organizan para luchar contra el gigante alemán. Por eso les odio. Por hacer las cosas a destiempo. Vamos a follar.

OANA: Se te ha pasado el tiempo.

LA BEGÚN: No tardamos nada.

OANA: No hay tiempo. Ya sabes cómo las gastan.

LA BEGÚN: Me haces hablar para que se nos vaya el tiempo.

OANA: Te hago hablar porque siempre creo que será más soportable que follar contigo.

LA BEGÚN: ¿Y te gusta lo que digo?

OANA: ¿Por qué maltratas a la gente?

LA BEGÚN: Para que nadie me maltrate a mí. Cada palo que doy alarga mis días.

OANA: Pues entonces debería importarte quién es ese Paulus. A lo mejor tu destino está marcado por él. Y el mío. Y hasta el del Führer.

CANCIÓN DEL REVIER Y EL BANDERILLERO

Si tienes la mala suerte

de ir a la enfermería,

te aseguro que no sales

con vida de sus camillas;

Así que si estás enfermo,

te cagas por las patillas,

o si se te rompe un hueso,

o te comen las ladillas,

aunque tengas tabardillo,

cólera o disentería,

que no se te ocurra nunca

pasar por la enfermería.

Porque es que allí sus doctores

a ti te destriparán,

te abrirán como a un conejo

y así experimentarán.

Y es que por cualquier cosita

te ponen una inyección.

de Cloruro de magnesio

en todito el corazón;

Ay doctor banderillero,

por tu culpa, culpita

yo me muero,

yo me muero.

Ay, si te pillo y te cojo,

te quito el bazo,

te saco un ojo.

EN LAS LETRINAS, 1944.

Tras un rápido intercambio gestual, PACO y JACINTO se aproximan.

PACO: Hablamos como si no habláramos.

JACINTO: Vale.

PACO: ¿Sigues viendo a la mujer esa del pueblo que decías que era muy simpática?

JACINTO: Anna Poitnner, sí.

PACO: Habláis con ella unos minutos, ¿no? Y nadie os vigila.

JACINTO: Un ratillo, sí.

PACO: ¿Tú crees que aceptaría guardar un paquete nuestro? (Silencio) ¿Qué dices? ¿Me has entendido?

JACINTO: ¿Qué paquete?

PACO: Fotografías. Un paquete no muy grande, se puede ocultar en la ropa, pero valiosísimo. ¿Crees que lo escondería?

JACINTO: No lo sé. Seguro que sí. Tiene más cojones que tú y yo juntos. A su marido le han torturado y todo. Seguro que sí.

PACO: Cojonudo. Y tú, ¿sacarías el paquete?

JACINTO: Sí, claro, pá que me maten.

PACO: Está todo pensado. Sólo vosotros salís del campo y vais al pueblo. Ya casi ni os vigilan.

JACINTO: ¿Y cómo lo saco?

PACO: ¿A qué te gustaría estar con una mujer?

JACINTO: ¿Y eso a qué viene?

PACO: En el prostíbulo hay una gitana preciosa, se llama Oana. Lo tengo todo arreglado. Ella te daría el paquete, a última hora del día convenido, después de la cena, te vas a la cama y duermes con él, a la mañana siguiente sales como si tal cosa, nadie os cachea ya, te lo llevas al pueblo y se lo das a la austriaca…(Silencio) Dime que lo vas a hacer, Jacinto. (Silencio)

JACINTO: ¿Y me van a echar desinfectante en los huevos?

PACO: Puede ser. Oana es una maravilla, ya verás.

JACINTO: A lo mejor no se me pone dura…

PACO: ¿Qué dices, Jacinto? ¿Lo vas a hacer?

JACINTO: No lo sé. Toda la noche con el paquete ese en la cama…Me voy a morir de miedo esa noche…Y cuando salgamos…, si me pillan, me fusilan, o me ahorcan.

PACO: Piensa en tu pobre padre, gaseado en Gusen, y en tu hermano. En todos los nuestros. Esas fotos muestran lo que aquí ha pasado. Si no las sacamos, las destruirán, ahora que saben que tienen la guerra perdida. Sólo lo puedes hacer tú, Jacinto.

JACINTO: ¿Y si no lo coge?

PACO: ¿La austriaca?

JACINTO: Sí, y si le da miedo y me dice que no, ¿qué hago yo con el paquete?

PACO: Pregúntaselo, mañana.

JACINTO: Mañana a lo mejor no la veo.

PACO: Pasado mañana, cuando puedas.

JACINTO: ¿Y qué le digo?

PACO: ¡Jacinto! Le dices que si se quedaría con el paquete, que si lo guardaría.

JACINTO: ¿Y le digo que son fotografías?

PACO: Sí.

JACINTO: Vale, yo se lo digo.

PACO: Nos buscamos, mañana, o al otro, simplemente dime que sí con la cabeza y yo arreglo la cita con la gitana.

(El muchacho desaparece. A los pocos segundos entra LA BEGÚN)

LA BEGÚN: ¿Qué tal, fotógrafo?

PACO: Hasta ahora, bien.

(Hace ademán de irse. El KAPO le agarra con violencia del brazo y se lo retuerce, obligando a Paco a arrodillarse aullando de dolor)

LA BEGÚN: No me gusta que me dejen con la palabra en la boca. ¿Qué haces con ese chaval?

PACO: Todavía no me lo he follado, te lo dejo para ti, suéltame, cabrón, me estás rompiendo el brazo.

LA BEGÚN: ¡No me digas!

PACO: Mañana tengo que fotografiar a Zieres y a toda su familia…

LA BEGÚN: ¿Ah, sí?

PACO: Sí, y si no puedo hacerlo, te van a colgar de los huevos hasta arrancártelos…Suéltame, hijo de puta, suéltame.

LA BEGÚN: Tú, además de un lameculos, eres un chivato.

LA BEGÚN: Por favor.

(Silencio. Paco no puede soportar el dolor)

PACO: Por favor.

LA BEGÚN: (Aflojando, pero sin soltar) Tú no te quieres follar a ese chaval porque eres un comunista de mierda que no tienes huevos ni para ser maricón, sólo sirves para hacer el imbécil y tocar la puta mierda de armónica esa que un día te la voy a meter por el culo.

PACO: Lo que tú quieras, pero suéltame de una puta vez,

LA BEGÚN: Lárgate. Hay mucha gente que te tiene ganas, Paquito, y yo un día te voy a cazar, ya lo verás, te voy a cazar.

(Paco sale)

CASA RICKEN:

Ricken escucha la radio, sintoniza la BBC. Su cabeza se pierde en el verano de 1944. Se escuchan voces fuera y, al instante, se abre la puerta de una patada. Es Brettmeier. Ricken apaga la radio inmediatamente.

BRETTMEIER: ¡Ricken! ¡Heil Hitler!

RICKEN: ¡Heil Hitler!

BRETTMEIER: ¿Me das permiso para sentarme, verdad? (Se sienta) ¿Dónde están tus polluelos?

RICKEN: En el barracón, supongo.

BRETTMEIER: Durmiendo, como angelitos que son…Trabajan bien, pero son demasiados. ¿De quién podríamos prescindir?

RICKEN: Los necesito a todos, señor.

BRETTMEIER: ¿Para qué?

RICKEN: Hay mucho trabajo.

BACMAYER: ¿Sí?

RICKEN: Hay mucho que revelar, y que clasificar, señor.

BRETTMEIER: Hazme un retrato.

RICKEN: ¿Ahora?

BRETTMEIER: Sí, ahora. ¿No te parece bien?

RICKEN: Iba a retirarme.

BRETTMEIER: ¿Y cuándo te parece bien que venga a que me hagas un retrato?

RICKEN: Me parece que usted merece una atención especial. Mañana sería mejor.

BRETTMEIER: Pero yo quiero hacérmelo ahora.

RICKEN: De acuerdo. Deme unos minutos, no tardo nada.

(Ricken prepara la luz y manipula su cámara. Brettemier se acerca a la radio y la enciende)

BRETTMEIER: Mientras preparas tu fotito podíamos escuchar cómo esta bazofia inglesa se caga en todos nosotros, ¿te parece?

(Silencio)

RICKEN: No tardo nada. Siéntese, señor.

BRETTMEIER: ¿Por qué escuchas eso, Ricken?

RICKEN: Por distracción, nada más. Siéntese, señor.

BRETTMEIER: Prefiero de pie.

RICKEN: Tardaríamos mucho. Es mejor sentado.

BRETTMEIER: ¿Y cuándo están aquí tus polluelos también escuchas cómo insultan a Alemania en ese trasto, Paul Ricken? ¿Ese es el trabajo que hacéis?

RICKEN: Jamás, señor. Jamás he escuchado la radio con un prisionero delante.

BRETTMEIER: Te puedo hacer fusilar, Ricken. Lo voy a hacer, de hecho.

RICKEN: ¿Se va a sentar, señor?

BRETTMEIER: Se alegrarían, ¿verdad? Se alegrarían al oír que Alemania ha perdido la guerra.

RICKEN: Es lógico. Quieren volver a sus casas y ver a sus familias. Si no se sienta, no hay retrato.

BRETTMEIER: No van a salir vivos de aquí. (Se sienta).

RICKEN: Puede ser.

BRETTMEIER: A tus españoles los voy a mandar a la cantera, mañana mismo.

RICKEN: Los necesito aquí.

BRETTMEIER: ¿Para qué? ¿Para revelar las fotitos de recuerdo de unos SS metiéndose una bayoneta por el culo?

RICKEN: Señor, si no para de moverse, no puedo hacer la fotografía.

BRETTMEIER: Mira, Ricken…A estas alturas me importa lo mismo que la piel de un judío que hayas estado años sacándote unos marcos extras haciendo imbecilidades en este laboratorio…Pero se acabó el negocio. Se acabó el laboratorio. Se acabó el servicio de identificación, porque ya no hay nada que identificar. Se acabó la puta radio esa. Empieza a destruir, mañana mismo, me oyes, mañana mismo, todas las fotos, todos las copias, todos los negativos, todo. Y escucha bien esto: por órdenes del comandante Zieres, dentro de unos días serás el jefe de una escolta que acompañará a unos presos en una evacuación.

(Silencio)

BRETTMEIER: ¿Todo bien, Paul?

RICKEN: Todo bien, señor. Abróchese los botones del uniforme, por favor.

BRETTMEIER: ¿Te parece bien mi propuesta?

RICKEN: Sonría, señor, si quiere sonreír, pero no hable.

BRETTMEIER: ¿Eh, Ricken? ¿Qué te parece convertirte en un hombre de acción, a tus cincuenta años? A lo mejor un preso se porta mal, y hay que pegarle un tiro, ¿cómo lo ves?

RICKEN: No sale bien, señor, si no para de hablar, la foto no sale bien.

BRETTMEIER: Ricken, ¿me estás escuchando?

RICKEN: Así no puedo trabajar, señor. Me iba a dormir, estoy muy cansado, usted me ha pedido hacerle un retrato y si no para de hablar y de moverse no puedo hacer bien mi trabajo. Le ruego me haga caso. Yo no puedo firmar una fotografía del jefe de seguridad del campo de Mauthausen si no es una fotografía perfecta, ¿queda claro?

(Silencio. Brettmeier mira fijamente el objetivo de la cámara de Ricken).

RICKEN: No mire a la cámara, mire aquí, a mi derecha.

BRETTMEIER: Ricken…

RICKEN: No le he dicho que hable. Y no se mueva. (Fotografía) Deberíamos hacer un segundo intento. Ese rostro revela un alma llena de rabia, de frustración, en ese rostro hay una novela que habla de un vida vulgar y mediocre…

BRETTMEIER: ¿Qué dices?

RICKEN: A ver, capitán, piense usted en cómo quiere pasar a la posteridad…

BRETTMEIER: Como Martin Brettmeier, yo soy Martin Brettmeier.

RICKEN: Bien, eso está mejor. Aquí, mire aquí arriba. Ahí se ve al verdadero Martin Brettmeier… Aguante ahí… (Fotografía) Ya está. ¿Qué me estaba diciendo?

BRETTMEIER: ¿De verdad no has escuchado nada de lo que te he dicho? ¿Eres imbécil o te lo haces?

RICKEN: Mire, señor, a estas alturas del mundo creo que hemos debido de matar a unos once millones de personas. Sólo aquí, en los campos de exterminio. Todo lo demás, no importa.

BRETTMEIER: Sí que importa, Paul Ricken, te vas a llenar las manos de sangre, tú también.

RICKEN: Será lo que ustedes quieran. Ya tiene su retrato. ¿Qué más puedo hacer por usted?

BRETTMEIER: ¿Cómo te atreves a hablarme así?

RICKEN: Porque dicen algunos maldicientes que me he vuelto loco, y creo que tienen razón.

BRETTMEIER: Ricken, estás jugando con fuego, te voy a mandar al infierno.

RICKEN: Infierno es una palabra leve, graciosa casi, en comparación con lo que hemos generado nosotros.

BRETTMEIER: No me des sermones, señor profesor, sermones no, puedo soportarlo casi todo, pero no me toques los cojones con tu sensiblería. Me voy a ir para no matarte, Paul Ricken, me daría pereza tener que explicarle a todo el mundo, pero sobre todo a mi mujer, por qué te pegué un tiro en la cabeza. Destruye esto. Y prepara tus maletas. (Se encamina hacia la puerta) ¡Heil Hitler!

(Brettmeier espera el saludo de despedida por parte de Ricken. Este no se produce. Brettmeier sale)

Escenario:

Canción sefardí: “ÁRBOLES LLORAN POR LLUVIA”

Arboles lloran por lluvias

y montañas por aires.

Ansi lloran los mis ojos

por ti mi querida amante.

Penso y digo qué va a ser de mi

en tierras ajenas

no puedo vivir.

En frente de mi hay un angelo

con tus ojos me mira

llorar quero y no puedo

mi corazón suspira

Torno y digo qué va a ser de mi

en campos de Austria

yo me voy morir.



LETRINAS, diciembre de 1944

El KAPO agarra brutalmente a Jacinto

LA BEGÚN: ¿Qué hablabas con Paco?

JACINTO: ¿Qué?

LA BEGÚN: Te he visto con él. ¿Qué hablabas?

JACINTO: ¿Quién es Paco?

Puñetazos en el estómago

LA BEGÚN: No me obligues a matarte. Dime ahora mismo, ya, qué cojones hacéis hablando ese y tú cada vez que os encontráis aquí. Habla.

JACINTO: Sólo quería saber qué hacemos

LA BEGÚN: ¿Qué hacéis, dónde?

JACINTO: En el pueblo.

LA BEGÚN: ¿Y qué le has contado?

JACINTO: Lo que hacemos.

LA BEGÚN: ¿Y por qué quiere saber ese lo que hacéis en el pueblo?

JACINTO: No lo sé

LA BEGÚN: ¿No lo sabes? ¿Quieres saber a qué sabe el agua de este bidón?

JACINTO: El me preguntó y yo le contesté, pero no sé qué quiere. (El kapo se pone un guante en la mano izquierda que le cubre hasta el codo) No, por favor…

LA BEGÚN: No me hagas perder el tiempo.

JACINTO: ¿Qué es lo que quiere que le diga?

LA BEGÚN: ¿Qué te preguntó?

JACINTO: A qué hora salíamos, a qué hora entrábamos, con quién hablábamos…

LA BEGÚN: ¿Y por qué quiere saber todo eso?

JACINTO: No lo sé. Se lo juro, no lo sé.

EL kapo introduce la cabeza del joven en un bidón lleno de excrementos. Canta un rato, una copla, y la remata. Saca la cabeza de Jacinto.

LA BEGÚN: Ese hijo de la gran puta quiere saber cosas del Poschacher por algo, está tramando algo, dime ahora mismo qué te ofreció a cambio de qué, o te tragas la mierda entera del barracón del tifus.

JACINTO: La gente…quería saber si…la gente del pueblo…hablaba con nosotros.

LA BEGÚN: Eso ya me lo has dicho, pero quiero saber qué pretende, dime qué pretende, qué busca, qué se trae entre manos, por qué ese hijo de puta que trabaja en el laboratorio fotográfico y vive como Dios te busca y habla contigo, por qué, dime por qué, para qué, o te ahogo ahora mismo. Habla.

JACINTO: Yo…dice que es para ayudarnos los españoles…

LA BEGÚN: Me gusta eso. ¿Cómo os vais a ayudar?

JACINTO: Yo no sé…

LA BEGÚN: ¿No lo sabes?

JACINTO: Se lo suplico.

LA BEGÚN: Otro sorbito.

(Vuelve a introducir en el bidón la cabeza de Jacinto. Y vuelve a cantar. El muchacho se agita, próximo a la muerte)

LA BEGÚN: A la tercera, vas entero, me oyes, entero. ¿Qué plan tiene?

(El joven, medio muerto, casi ahogado, balbucea, llora, tiembla)

LA BEGÚN: Vamos a esperar a que te vuelva a buscar. Mientras tanto, reza.

(Sale el kapo. Jacinto solo, rodeado de heces, soledad y miedo)

EN EL PROSTÍBULO, enero de 1945

Paco y Oana, sentados en la cama, muy juntos. Paco toca en su armónica el bolero de Ravel, y cuando deja de tocar parece decirle algo al oído a Oana.

OANA: (Asoma la cabeza fuera del cuartucho un instante). Nadie se preocupa de nosotros. Cuéntame lo que me tengas que contar.

PACO: Lo que te he dicho.

(Silencio)

OANA: ¿Y a dónde van esas fotografías?

PACO: A casa de una mujer del pueblo.

(Silencio)

OANA: ¿Cuándo va a ser?

PACO: Un día de estos. Me tengo que asegurar de que el guardia es… de mi clientela. Puede ser mañana mismo. Tú vas a estar aquí, ¿no?

(Silencio)

OANA: ¿Cómo puedes asegurarme que el chaval ese vendrá detrás de ti? ¿Desde cuándo controlas tú quién viene aquí?

PACO: Yo no lo controlo, pero puedo mover mis hilos y hacer que el chaval del Poschacher entre detrás de mí. Y más importante. Se acabó tu jornada. Nadie entrará después. Es fácil.

OANA: Tiene que haber otras formas de hacerlo.

PACO: Esta es la mejor.

OANA: Para mí es la peor. Si sale mal, si el crío ese…¿Y si le encuentran el paquete? ¿Qué va a decir si se lo encuentran, si se le cae…?

PACO: Sólo tiene que llevárselo al barracón…

OANA: El lugar más seguro del mundo.

PACO: El suyo, sí. Hace unos meses, puede que no, pero ahora ya no les cachean, duermen seguros.

OANA: ¿Y por qué no se lo das en otro lugar?

PACO: Porque no hay otro lugar. Te juro, Oana, que llevo meses dándole vueltas a esto, sé que es muy arriesgado, sé que si sale mal morimos todos, pero también sé que si sale bien…

OANA: Si sale bien, ¿qué?

PACO: Si sale bien nunca podrán negar lo que sabemos que van a negar. Todo, todas las atrocidades que han hecho, los asesinatos, la maldita escalera, las visitas de los jefes, todo está en ese paquete, y te juro que la mejor manera de sacarlo de aquí es que venga el chaval del Poschacher inmediatamente después de mí, se lo des, duerma con él y a la mañana siguiente lo saque de aquí. Oana, por favor…

(Silencio)

OANA: ¿Y tus camaradas?

PACO: ¿Qué camaradas?

OANA: Los otros que trabajan contigo en el laboratorio.

PACO: Nada. Nadie sabe nada. Como para confiar en los polacos, son casi peores que los nazis…Esto es cosa mía…Lo saben los jefes de mi partido. Nada más.

OANA: ¿Y el otro español?

PACO: ¿Qué español?

OANA: Había otro español contigo en el laboratorio.

PACO: No.

OANA: ¿Cómo que no? Estuvo aquí una vez, hace mucho, no me acuerdo del nombre, pero me habló del laboratorio y de muchas cosas.

PACO: Sería al principio, antes de entrar yo, no lo sé.

(Silencio)

OANA: Pues entonces yo tampoco sé si voy a colaborar en tu plan.

PACO: Oana…

OANA: Me estás mintiendo, y ya que me voy a jugar mis huesos, preferiría que no me mintieras.

PACO: Estamos perdiendo un tiempo precioso en tonterías.

OANA: ¿Te acuerdas de aquellos partisanos yugoslavos?

PACO: ¿Qué partisanos?

OANA: No deben estar en las fotos. Los ametrallaron uno a uno, hasta cincuenta y dos.

PACO: ¿Quién te ha contado eso?

OANA: Si yo pudiera también me iría al fútbol con los SS. Supongo que debe ser divertido celebrar un gol con Brettmeier.

PACO: No es divertido. Es inteligente. Sólo eso.

OANA: ¿Te reíste?

PACO: ¿En el fútbol?

OANA: Con los partisanos.

PACO: ¿Qué dices?

OANA: Me gustaría saber si te reíste aquel día, mientras fusilaban a cincuenta y dos yugoslavos, mujeres y hombres, me gustaría saber si te reíste porque si lo hiciste esas fotos ya no me importan.

(Silencio)

PACO: Oana…

OANA: No quiero escucharte. Vete de aquí.

PACO: A veces soy muy nervioso, siempre soy muy nervioso, y hago cosas que no quiero hacer, y digo cosas que no quiero decir…

OANA: ¿Dónde está el otro español?

PACO: Muerto. Y si no se ha muerto ya, morirá mañana, o pasado mañana. Le llevaron al Revier. De allí no sale casi nadie.

OANA: ¿Él sabía que tú ibas a sacar las fotos?

PACO: No.

OANA: Ahora no mientes.

PACO: No, no te miento. Y tampoco te miento si te digo que Toni se asusta de una cucaracha que pase por el suelo, no se atrevería jamás a sacar esas fotos, por eso hay que hacerlo ahora, Oana. Aunque yo sea el ser más despreciable del mundo, esas fotos hay que sacarlas de aquí porque son un testimonio único. Por encima de todos nosotros, están las fotografías.

OANA: ¿Te reíste?

PACO: No, no lo sé, me pongo nervioso, y mi cuerpo se descontrola, ya te lo he dicho…

OANA: ¿Y les limpias las botas a los oficiales?

PACO: No.

OANA: Ahora sí mientes.

PACO: ¿Quién te cuenta todo eso?

OANA: Por aquí pasa mucha gente, y no paráis de hablar. Te tienes que ir.

PACO: Oana, por favor…Dime que sí, y ódiame, pero dime que sí.

OANA: Adiós.

PACO: ¿Me vas a ayudar?

(Silencio. Se miran larga y profundamente, pero no hay respuesta. Paco se va. Oana se lleva las manos al vientre y se lo acaricia. Luego se queda como suspendida, absorta, y una sombra de espanto vela su cara).

EL REVIER, LA ENFERMERÍA y ,simultáneamente, en el ESCENARIO:

Toni en un camastro. Tiene temblores, fiebre altísima, una debilidad extrema. Acompañan su agonía los ayes quejumbrosos de otros moribundos que pueblan la oscuridad. Una puerta se abre. Haces de linterna primero y después una luz amarillenta y exigua que viene del techo permite distinguir una figura descomunal: un ser de unos tres metros de altura ataviado con bata blanca con una máscara de rostro impávido que gira sobre sí mismo en una especie de danza que recuerda las fiestas de gigantes y cabezudos de numerosos pueblos de España. Al llegar al camastro de Toni cesa de bailar y comienza a cantar una nana, en un dulce alemán, al tiempo que mece el jergón. Durante unos instantes sólo se oye el cántico del adefesio y el crujir de la madera del camastro. Dulce y armonioso en principio, se va tornando poco a poco en un cada vez más rítmico y bronco canturreo hasta convertirse en un parloteo desaforado, estridente y gutural. El camastro se mece ahora como un barco a merced de olas violentas, y los ayes de Toni son gritos de espanto. Mientras el gigante grazna en alemán esa nana salvaje y brutal comienza a hacer girar el camastro cada vez más deprisa, cada vez más deprisa, cada vez más deprisa hasta que un gesto contundente y seco paraliza toda la acción y reina el silencio. Toni permanece encima de la cama, deshecho humano, guiñapo, jirón. El gigante acaricia el rostro de Toni, que le mira desconsolado. El adefesio ataviado de médico saca de repente una enorme jeringuilla del bolsillo de su bata y comienzan a sonar como un aullido disonante las notas de un pasodoble español. Toni trata de abandonar ese jergón de la muerte, pero sus fuerzas quebradas no se lo permiten. El gigante clava la jeringuilla en el corazón de Toni, que ahora ya no puede gritar, sólo abrir su boca en una mueca sorda y atroz. El camastro es utilizado como una carretilla que se desplaza y baila al ritmo del pasodoble, a la que van cayendo muñecos desnudos, semidesnudos, con Toni perdido para siempre en ese montón caótico de cuerpos tronchados en posturas aberrantes, camino de la paz del humo.

LETRINAS, febrero 1945

PACO: Escúchame.

JACINTO: Me van a matar.

PACO: Mañana, en el prostíbulo, a las siete y media, preguntas por Oana, el guardia que está a la puerta sabe que vas a ir, no le va nada en esto, Oana te dará un paquete, sácalo, por tu madre, sácalo de aquí y llévaselo a la austriaca.

MUCHAHCHO: No lo haré, me van a matar.

PACO: No hay nadie. ¿Quién te va a matar?

JACINTO: La Begún.

PACO: ¿La Begún? Aquí no hay nadie. Tranquilízate.

JACINTO: Siempre hay alguien. No hables conmigo, por favor.

PACO: Hazlo, Jacinto, tienes que sacar esas fotos de aquí, solo lo puedes hacer tú…

JACINTO: Déjame.

PACO: A las siete y media, pide a Oana.

(Sale el muchacho)

CANCIÓN DE LA ALAMBRADA ELECTRIFICADA.

Sé que soy la tentación

ven, no pierdas la ocasión;

ven, que tengo un cablecito

que te arrea un calambrito,

yo soy tu liberación.

Cuando estés desesperado,

si del horror te has cansado,

ven, que tengo un cablecito

que te va a dejar fritito

y todo se habrá acabado.

Mis besos te abrasarán,

mi abrazo te quemará,

ven, que tengo un cablecito

que te deja pajarito

y el sufrir terminará.

Yo soy la electrocución,

yo soy la alta tensión,

tu cuerpo en ebullición.

Trescientos ochenta voltios,

listo para el crematorio.

PROSTÍBULO, febrero 1945

Jacinto y Oana se miran, pero no saben hablar. El muchacho tiembla, incapaz de dar un paso. Oana se aproxima a él y le ofrece el paquete. Jacinto intenta ocultarlo entre la ropa, torpemente, y al final Oana le ayuda a disimularlo. Se miran.

JACINTO: ¿Ya? ¿Me voy?

OANA: Mejor no. Acabas de entrar. Lo normal es quedarse hasta el final. Tienes once minutos.

(Silencio)

JACINTO: ¿Y lo tenías ahí?

OANA: Todo el mundo busca en mi cuerpo. El cajón es más seguro. Además, Paco ha sido el anterior, y tú eres el último del día.

Silencio. Oana vuelve a aproximarse a Jacinto, muy lentamente, y le acaricia el rostro con dulzura. Jacinto no se mueve. Oana pareciera querer memorizar el rostro del muchacho, primero con los dedos de una mano, recorriendo cejas, párpados, nariz, mejillas, labios…,y luego con las dos manos, acariciando las orejas, la nuca, la cabeza rapada. Jacinto no se mueve. Oana rodea con los brazos el cuello del chico y le abraza, apoyando su cabeza en el pecho. Así permanecen hasta que el joven, como saliendo de una parálisis, primero con un brazo y algo después con el otro, acaba por rodear el cuerpo menudo de Oana, juncos maltrechos que se abrazan buscando calor y consuelo.

OANA: Vete ya.

JACINTO: ¿Sí?

OANA: Ahora sí.

JACINTO: No puedo.

OANA: ¿Qué?

JACINTO: No puedo moverme.

OANA: ¿Qué dices?

JACINTO: Te lo juro, no puedo moverme.

OANA: Estás tonto.

JACINTO: Creo que necesito otro abrazo para poder irme…

OANA: Tienes que irte, ven otro día.

JACINTO: A lo mejor, no hay otro día.

(Se miran. De repente, irrumpe Brettmeier, visiblemente borracho)

BRETTMEIER: Un español y una gitana. ¿Qué haces tú aquí?

OANA: Ya se iba.

BRETTMEIER: Franz y sus amigos. ¿Estás aquí por Franz, el fotógrafo, verdad? Me gustáis los españoles, los tenéis bien puestos. Os teníamos que haber matado a todos según bajabais de los trenes, porque ahora sois los dueños del Lager. Mira Franz, se mueve por el campo como si fuera un Rapportführer…¿Qué haces tú aquí?

OANA: Ya se va.

BRETTMEIER: ¿Sabes que acabas de joder con una que va a ser mamá? (Saca una pistola). Íbamos a construir un mundo mejor, pero no lo habéis entendido…¿Cómo te llamas?

JACINTO: Ja…cin…to.

BRETTMEIER: No hay sitio para vosotros porque…porque lo dice el Führer…¿No serás tú el papá de éso?…Para que el mundo sea mejor, sólo deben quedar los mejores… Tiene un gitano en su vientre…Antes de que los americanos me pongan la mano encima…(Se dirige la pistola a la sien) Y mi esposa…,y mis niñas también…No voy a permitir que vivan en el mundo que les vais a dejar, cucarachas…Vamos a incendiar el campo y vais a morir todos como ratas…Toma, mátala…(Pone la pistola en la mano del chaval) Vamos, mátala. (Es un tiempo interminable) ¡Mátala! (Jacinto llora) ¡Mátala!

OANA: Él no tiene valor. Déjale que se vaya y mátame tú.

El nazi le quita la pistola a Jacinto y lo arroja violentamente contra la puerta del cuartucho.

BRETTMEIER: Lárgate. (Jacinto sale). En Mauthausen no se nace, en Mautahusen sólo se puede morir.

Brettmeier vacía el cargador de la pistola sobre el cuerpo de Oana y sale. Ricken, veinte años después, corrige el cuerpo de Oana, fotografía con su Leica y llora. La orquesta gitana toca su música a modo de marcha fúnebre mientras los presos sacan el cadáver de Oana en el carrito de los muertos. Ricken, con su Leica aun entre las manos, los ve salir.

RICKEN:

Cuando los aliados entraron en Austria, Brettmeier reventó la cabeza de su mujer de un disparo y, a continuación, las cabecitas menudas de sus dos hijas. Después volvió el arma contra sí mismo y se voló la tapa de los sesos. (Pausa larga, interminable…) Hace veinte años que no hablo de todo esto.

EN EL LABORATORIO

Marzo de 1945. Toni va con unas muletas toscas, fabricadas con dos palos y un trapo, todavía convaleciente de su enfermedad.

TONI: ¿Dónde están?

PACO: En un lugar seguro.

TONI: Dime dónde.

PACO: ¿Para qué?

TONI: Son mis fotos.

PACO: Esas fotos no son de nadie. ¿Las hiciste tú?

TONI: Las hizo mi puta madre, no me vengas con historias…Dime dónde están.

PACO: No grites, Toñin.

TONI: ¿Qué has hecho con ellas? Tengo derecho a saberlo.

PACO: Cuando te calmes.

TONI: Ya estoy calmado. ¿Dónde están?

(Silencio)

PACO: Fuera.

TONI: ¿Cómo, fuera?

PACO: Fuera del campo.

(Silencio)

TONI: Te mato, te juro que te mato.

PACO: Ten cuidado, a ver si te vas a tropezar y te vas a caer.

TONI: Eran mis fotos, hijo de puta…

PACO: ¿Tus fotos?

TONI: Llevo cuatro años jugándome la vida guardando una sexta copia de esas fotos, quiero saber qué has hecho con ellas.

PACO: Están seguras, es lo único que importa.

TONI: Dime dónde.

PACO: No insistas. No te lo voy a decir.

TONI: Me lo vas a decir, porque si no te voy a matar, de aquí no sales vivo.

PACO: Tengo tanto miedo que creo que ahora mismo te voy a hacer un plano del tesoro.

(Toni pierde el control y a pesar de su convalecencia se abalanza sobre Paco. Toni cae torpemente.)

PACO: Te lo he dicho, te ibas a caer…

TONI: Me cago en el maldito día que alguien me propuso que te aceptara en el laboratorio, me cago en mi puta vida por no haberte estrangulado hace ya tres años, me cago en los chivatos como tú…

PACO: Si sigues gritando, vamos a terminar los dos en la cantera.

TONI: Prefiero acabar en la cantera que aguantarte un minuto más.

PACO: Muy bien. Te diré dónde están las fotos. ¿Qué vas a hacer? ¿Ir al capitán Brettmeier y decirle, señor, el prisionero Paco, número 5185 ha sustraído del laboratorio de identificación una cantidad importante de copias en papel y una suma considerable de negativos que comprometen muy seriamente su seguridad ante el inminente final que les espera, sería tan amable de permitirme salir del campo esta misma tarde para ir a recogerlas?

TONI: Eres un payaso y una rata. He aquí al fotógrafo de Mauthausen, al salvador de las fotografías, al perfecto hijo de puta que robó la fotografías a su camarada cuando estaba a punto de morir, he aquí a un canalla…

PACO: …que sacó las fotos del Lager no fuera a ser que los nazis acabaran con ellas…

TONI: Tú has acabado con ellas.

PACO: Ahora están seguras. están vivas.

TONI: Están muertas, en tus manos están sucias.

PACO: No nos pertenecen, ni a ti ni a mí.

TONI: ¿Te vas a reír mucho cuando las enseñes?

PACO: Ahora las puede ver el mundo.

TONI: ¿Cuánto te han pagado por ellas?

PACO: Me cago en tus muertos.

TONI: ¿A quién se las has vendido?

PACO: A tu puta madre, hijo de puta.

TONI: Paco, si tanto te importan, dime dónde están.

PACO: No.

TONI: Por todo el dolor que sabemos que guardan, Paco, te lo pido por favor, dime dónde están.

PACO: Por todo el dolor que sabemos que guardan, no te voy a decir dónde están.

TONI: Por nuestra gente, Paco, por todos los que han muerto… te lo suplico… dime dónde están.

PACO: Por la memoria de los españoles muertos en Mauthausen, déjame en paz el resto de tu vida, déjame en paz.

(Silencio. Una amargura infinita en el rostro de Toni. Paco esboza una hiriente sonrisa de ironía)

TONI: Nunca te podré perdonar.

PACO: Yo te deseo una larga vida.

 

En el escenario, mayo 1945 los presos despliegan una enorme pancarta en la que se puede leer: “LOS ESPAÑOLES ANTIFASCISTAS SALUDAN A LAS FUERZAS LIBERADORAS”. Los presos, encaramados unos encima de otros, agitan sus gorras y sus chaquetas, como un fantasmagórico ballet.

Le chant des partisans:

Ami, entends-tu le vol noir des corbeaux sur nos plaines ?

Ami, entends-tu les cris sourds du pays qu’on enchaîne ?

Ohé partisans, ouvriers et paysans, c’est l’alarme !

Ce soir l’ennemi connaîtra le prix du sang et des larmes.



Montez de la mine, descendez des collines, camarades,

Sortez de la paille les fusils, la mitraille, les grenades ;

Ohé les tueurs, à la balle et au couteau tuez vite !

Ohé saboteur, attention à ton fardeau, dynamite …



Ici chacun sait ce qu’il veut, ce qu’il fait, quand il passe ;

Ami, si tu tombes, un ami sort de l’ombre à ta place.

Il y a des pays où les gens au creux des lits font des rêves

Ici, nous, vois-tu, nous on marche et nous on tue, nous on crève.

Hermanos, romped la prisión de la noche tan negra.

Ya viene la luz, acabando con hambre y miseria.

De entre sangre el sol ilumina por fin nuestra ruta.

Hermanos cantad, porque hoy la libertad nos escucha.

LOS PRESOS:

¡Ya llegan!

¡Son los tanques!

¿Son los rusos?

No lo sé, no se ve bien.

No, son americanos.

¡Son americanos!

RICKEN:

Mis trabajos fotográficos en Mauthausen acabaron dando la vuelta al mundo. Gracias a esos negativos que los españoles sacaron del campo se pudo demostrar nuestra culpabilidad. Himmler, Kaltenbrunner, Eigruber, Ziereis, Speer, Krebsbach, Bachmayer… todos aparecían en aquellas fotografías. Todos. Mis fotografías se convirtieron en pruebas irrefutables contra las que la defensa poco o nada tuvo que hacer. Los que no lograron suicidarse fueron ahorcados.

En cuanto a mí… dicen que ya pagué, que cumplí el castigo. Pero sé que no. Sé que aunque viva mil años, no pagaré lo que hice, lo que hicimos. Arrastramos a Alemania por el fango, enlodamos su nombre por los siglos de los siglos. Las generaciones nos escupirán y nuestros hijos no querrán mirarnos a la cara. Y aun así no pagaré, no pagaremos. Ahora mi alma solo alberga vergüenza, vergüenza y una enorme tristeza… Montañas de cadáveres, hombres, mujeres, niños… barro enrojecido y sangre en los zapatos. Los muertos que se levantan y me hablan, y cantan y bailan, y agonizan y mueren, muertos que repiten una y otra vez su espectáculo. El tiempo detenido en un instante. Veo acercarse a Hans Bonarewitz montado en su carro, y la hermosa cabeza decapitada de Francisco Boluda me sonríe, el pequeño checo despeñado me tiende sus brazos, el rostro de Radek ,ennegrecido por la electricidad, me mira a los ojos, los ojos, los ojos de Marcial, de Manuel, de Saturno, José, Julian Mur… Dicen que estoy loco, pero Dios y yo sabemos que no es verdad. ¿Qué va a ser de mí vida? ¿Qué va a ser de nosotros? Español, ¿qué es lo que nos espera?

PRESO:

Para ustedes la noche. Para nosotros, el día.

RICKEN:

Buena suerte, español.

Ricken coloca su cámara en un trípode y saca una pistola del cajón de su mesa. Meine ehre heisst treue, mi honor se llama lealtad. Conecta el disparador automático de la cámara y apunta con la pistola hacia su cabeza. Hijos, ¿podréis perdonarme alguna vez? Ricken se introduce la pistola en la boca y dispara. Su cuerpo cae al tiempo que la orquesta comienza a tocar un pasodoble. La cámara también dispara. Los espectros del escenario bailan mientras se va haciendo el

OSCURO